Tomás Rodríguez y Francisco Molfesa, de Azul y Rauch, respectivamente, hace poco más de un mes fueron ordenados diáconos de nuestra diócesis. EL TIEMPO dialogó con los servidores quienes describieron diferentes aspectos de la vida consagrada. La vocación al sacerdocio significa el llamado de Dios a una vida consagrada y de servicio a los fieles.
En estos tiempos donde rebalsa el dolor, la angustia, la impotencia, la injusticia; hay quienes se afianzan a la fe para sobrellevar momentos tan complejos, por ejemplo durante esta pandemia que aun no terminó.
Si bien es una realidad que las vocaciones sacerdotales están en crisis, aun existen quienes entregan su vida a Dios.
Hace un mes y una semana Tomás Rodríguez y Francisco Molfesa, de Azul y Rauch, respectivamente, fueron ordenados Diáconos. Ellos van rumbo a ser sacerdotes, los jóvenes tienen 29 años.
Actualmente están residiendo en el seminario, donde EL TIEMPO dialogó con estos servidores de Dios.
Hablaron sobre sus vocaciones sacerdotales, los servicios que ofrecen a la feligresía y cómo es su experiencia de vida evangelizando fieles.
«Es algo novedoso, estamos aprendiendo muchas cosas»
En primer lugar, Francisco explicó qué es un diácono, «es un servidor. Se puede ayudar de muchas formas en una comunidad y más cuando hay necesidades. La función de los diáconos en una iglesia tiene que ver con la fe: celebraciones de misas, casamientos, bautismos y exequias».
«Surgen en la primera comunidad cristiana, hace muchos años, por una necesidad de la gente que necesita que alguien dedicara su vida atender a los más carenciados, además de predicar la palabra de Dios, es decir a evangelizar».
En el mismo marco Tomás agregó que «la vocación es al sacerdocio, por eso rezamos por las vocaciones sacerdotales. En este camino un paso previo al sacerdocio es el diaconal. Entonces para servir a una comunidad como el párroco por ejemplo, un paso previo necesario es el servicio. Por eso existe el diaconado. Es decir, estamos en el diaconado transitorio porque vamos por el sendero al sacerdocio».
Consultados sobre las experiencias que han tenido en este breve lapso de tiempo de diáconos, Francisco señaló que «es algo novedoso, estamos aprendiendo muchas cosas, es una gran alegría, es un don de Dios, más allá de que uno quería ser sacerdote hay un llamado de Jesús que nos ha dicho a cada uno ‘quiero que seas sacerdote’ y nosotros le hemos respondido que si. Entonces nos estamos acercando a las realidades de la gente para conozca a Jesús, o sea tengo más ganas de transitar este camino. Cuando uno es diácono puede casar, bautizar, predicar la misa. Son todas tareas que estoy empezando a hacer y muy agradecido también a Dios. Él cuenta con nosotros».
Por su parte el azuleño sostuvo que «vivir acá es como estar en casa. A lo largo del año voy a estar acompañando a la comunidad de Saladillo. Es decir nuestra actividad es terminar los estudios pero durante los fines de semana viajo a ayudar allá. Es todo nuevo, es como quien tiene un auto nuevo».
Continuando con los proyectos el diácono Rodríguez, señaló que «en el rito de ordenación le prometimos obediencia al Obispo y él nos pidió una misión en particular. En mi caso que acompañe a la comunidad de Saladillo, ya sea en los bautismos, casamientos y/o acompañar a aquellas personas que necesitan hablar y compartir».
Del mismo modo admitió que «cuando uno lo vive en forma intensa siente que se le va ‘escapando’ la vida. Ya casamos, bautizamos y celebramos exequias».
Experiencias cercanas a la vida y a la muerte
En cuanto a las funciones que pueden ejercer en la vida y en la muerte de cada individuo Francisco y Tomás brindaron sus respectivos testimonios.
En cuanto a que es lo que más los moviliza, Francisco recordó que el pasado fin se semana le tocó unir en matrimonio a una pareja y fue una gran alegría para todos.
«Uno es instrumento, es testigo, es canal para que Dios pueda bendecir a esa familia, a los amigos, es una experiencia muy bonita. Además fui acompañándolos un tiempo antes y me parece importante. También, estos últimos años días celebrando las exequias de una persona fallecida tomé contacto con el dolor muy profundo de sus familiares y pareciera que uno no pudiera hacer nada, que eso no va a sanar pero siempre rezar nos ayuda a creer que Dios siempre está presente en los momentos difíciles», conceptualizó.
Entonces: «como Dios está en los momentos que celebramos la alegría de una nueva vida, de un casamiento, de una recibida, también lo está en la muerte; esas han sido algunas experiencias en estos días».
Sobre en cuanto tiempo serán ordenados sacerdotes estimaron que «nos falta un año de formación o sea que a fines de este año o el año que viene».
Vocación en pandemia
En segundo lugar, Tomás hizo alusión al complejo momento por el cual está atravesando el plantea en cuanto a la pandemia. «La pandemia no sacó a la luz todo que lo que verdaderamente somos en cuanto a la solidaridad y entrega por el otro. También nos permite estar más atento a lo que la gente necesita».
Ejemplificó que «ahora estamos acompañando realidades que van suscitando y nos toca vivir. Si bien la crisis la estamos transitando todos, pero hay quienes están más sensibles y prestar un oído para que la persona pueda contar es el primer paso para la solución con la ayuda de Dios que siempre nos dice lo qué tenemos que decir».
Para terminar, en otro tramo de la charla, fueron consultados sobre si hay menos cantidad de jóvenes con vocación sacerdotal.
Molfesa explicó que «en nuestra Diócesis somos 5 seminaristas, nosotros dos diáconos y hoy (por el miércoles) ingresaría un joven más. También hemos tenido la oportunidad de estar en otros seminarios y uno siempre escucha que la vocación va bajando en número. Lo cierto es que Dios siempre toca el corazón, quizás nos cuesta acompañar al joven que se hace una pregunta para una vida consagrada, de servicio o de matrimonio; pero siempre Dios llama ¿cómo le respondemos? ahí va el testimonio nuestro. Lo cierto que Dios empezó con 12 apóstoles y ahora estamos en todo el mundo. El número nos hace pensar que no alcanza, que falta más pero también hace falta un poco más de cercanía, de mejor presencia, han venido jóvenes que se lo preguntan y nosotros acompañamos para ver si es cierto ese llamado, si es el momento en el que uno decide con la gracia de Dios».
Tomás retomó el diálogo: «realmente son tiempos desafiantes, es maravilloso, tenemos la tecnología, el tiempo, las posibilidades y la creatividad que nos ayuda el Espíritu Santo para acercarnos a las personas».
Por Laura Méndez. De la Redacción de EL TIEMPO