A menudo y cuando hablaba de los casos de inseguridad que se iban dando en mi ciudad, y en contacto permanente con los efectivos policiales y agentes de la justicia por mi trabajo, además de conversar y entrevistar a las víctimas de diferentes delitos, escuchaba sus consejos, “tene cuidado, cerrá con llave, no seas distraída”, solía repetir y repetirme una frase… ¿Qué me van a robar a mí?
Y de repente me di cuenta, que cuando te roban no todo es cuantificable. Que distraída estuve, porque si hay algo que también repito a menudo, por reconocerme una mujer vulnerable, es que las cosas más importantes en la vida, no tienen precio, aunque tengan costo.
Sin embargo, en un estado total de ignorancia personal, nunca pensé que era mucho lo que me podían robar.
Ayer miércoles por la mañana, había decidido quedarme un rato más en la cama. El martes había sido un día laboral intenso, y por la noche rendí un examen de forma exitosa de la especialización que realizo sobre Coaching, luego de haberme certificado como profesional el pasado fin de año.
Fue un martes de alegría, porque el compromiso y los esfuerzos están dando sus frutos, y me dormí contenta. Como les decía, el miércoles por la mañana, a las siete, le abrí un poco la ventana a mis gatitos para que salgan afuera, y volví a la cama otro rato.
Pasada las 9 sentí que golpeaban mi puerta, me levanté y miré por una pequeña abertura de mi persiana y vi a una persona de espaldas. Esperaba un correo, y supuse que era el cartero, por lo cual me senté en la cama para vestirme, cuando volví a escuchar otro golpe en la puerta, y de repente, cuando quiero salir de mi cuarto veo a alguien parado alumbrándome con un celular.
Honestamente, no entendía nada, y solo atiné a preguntar, ¿Qué haces acá?
Lo que ocurrió después, fueron un sin número de situaciones violentas, de asfixia, me pedían dinero, mientras que me tenían con el rostro tapado, porque ya había ingresado otro masculino, y me insistían con el pedido.
Dar más detalles, es recordar un momento que prefiero guardar en la intimidad, pero lo que sí quiero decir, es que no entendía nada, que sabía cómo había comenzado esta situación, pero nunca si saldría viva de ella.
Se fueron de mi casa caminando, y se alzaron con una suma importante de dinero, quizá hoy me dé cuenta que era más de lo que pensé que tenía, pero esos son los valores cuantificables de los cuales hice mención al principio. Ya los recuperaré, no tengo dudas de ello. También me robaron algunos recuerdos de oro, que eran importantes para mí, porque eran de mi papá.
Ahora, hoy, después de analizar fríamente todo lo sucedido, entre el dolor del cuerpo y sobre todo la cara, puedo darme cuenta que en este tipo de situaciones también hay un robo que no queda en una declaración policial o de la justicia.
Que ilusa fui cuando repetía, ¿Qué me van a robar a mí? Me robaron mi tranquilidad, mi confianza en todas las personas, robaron la intimidad de mi hogar.
Por último, agradezco el trabajo de efectivos policiales, desde jefes hasta el último de ellos, de los representantes de la justicia que rápidamente me asistieron, de mis amigas que no dudaron en llegar a mi casa, de mi familia, de mis vecinos que me acompañaron y a medida que pasaron las horas me fueron llamando y se pusieron a disposición para lo que necesitara.
Gracias a todos por su solidaridad, honestamente es una situación que no le deseo a nadie.
Felizmente y a pesar del trago amargo, no me han robado la fuerza ni las ganas de la VIDA, porque como mencioné al inicio de estas líneas, soy una mujer VULNERABLE, que, para mí, es sinónimo de FORTALEZA, AUTODETERMINACIÓN, GANAS, PASION, SENSIBILIDAD, y sobre todo AMOR, lo que sin ningún lugar a dudas me van a permitir sobreponerme a esta situación.
Una vez más, gracias a todos por el cariño.