Nos encontramos en un momento histórico donde la problemática de las desigualdades de género y su máxima expresión a través de la violencia por motivos de género, han cobrado un protagonismo central en la agenda social y política en la mayoría de los países del mundo.
La visibilidad pública de la cuestión se vincula con las luchas que los movimientos de mujeres, del feminismo y de colectivos LGBTI + han llevado adelante hace ya largo tiempo. La antigüedad de la demanda es simultánea a la revolución francesa. En 1791, Olimpia de Gouges, produjo la “Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana” donde afirmaba que los “derechos naturales de la mujer están limitados por la tiranía del hombre, situación que debe ser reformada según las leyes de la naturaleza y la razón”. Paradójicamente, fue guillotinada por el gobierno de Robespierre, al que adhería. En 1792 Mary Wollstonecraft escribió la “Vindicación de los derechos de la mujer”, documento que recoge planteos tales como la igualdad de derechos civiles, políticos, laborales y educativos, y derecho al divorcio como libre decisión de las partes.
Hay innumerables hitos que han provocado paulatinos cambios en la sociedad a favor de eliminar las desigualdades y la posibilidad de ampliación de derechos fundamentales para mujeres, infancias, adolescencias y colectivos LGBTI+. Cada paso dado, ha logrado la creación de instrumentos por parte de los organismos internacionales y de los diferentes estados del mundo, para proteger y otorgar derechos de estos colectivos desfavorecidos
De la mano de la perspectiva de género, es posible identificar que el género es una construcción social, que se aprende a partir de la socialización en los diferentes espacios donde transcurre nuestra vida. Así internalizamos de manera no conciente, que según el sexo_categoría biológica_, los varones deben ser fuertes, intrépidos, valientes; se espera que tengan la capacidad para dirigir, mandar y gobernar y, por lo tanto, su ámbito de desempeño es el público. En tanto, las mujeres deben ser frágiles, retraídas, miedosas; deben tener disposición a obedecer, acompañar, atender y cuidar a las demás personas y su espacio de desempeño por excelencia es el hogar.
Las representaciones acerca de cómo deberíamos comportarnos, se cristalizan en estereotipos de género fruto de estas atribuciones binarias que adoptamos como “naturales”, cuando en realidad son una construcción cultural. Así se limita la posibilidad de expresión de la diversidad y se excluye la complejidad y heterogeneidad de las personas.
A través de estas pautas culturales, se ha edificado el patriarcado, sistema político, cultural y económico que se basa en el predominio de los varones y su capacidad de ejercicio del poder como autoridad. Es de carácter heteronormativo; porque establece la hegemonía de la heterosexualidad y cisnormativo, porque se identifica a las personas con el género asignado al nacer.
Dentro de esta estructura social “naturalizada” se reproducen mandatos de poder y opresión que se traducen en situaciones de desigualdad, discriminación y violencia. Esto se refleja en las llamadas brechas de género tales como que más varones acceden a los puestos de decisión, e inclusive les cuesta menos alcanzarlos o en iguales funciones cobran más que mujeres y otras identidades sexuales, como así también la alarmante cifra de víctimas de femicidios y travesticidios.
En el día del periodismo, considero importante reflexionar sobre el rol de quienes ejercemos la comunicación para construir un modo de comunicar que sea transformador y no contribuya a reproducir los valores de la estructura social patriarcal.
El uso del lenguaje no es neutral. Así surge la crítica al uso genérico del masculino en el lenguaje formal. La base de este cuestionamiento radica en que contribuye a “proyectar estereotipos aprendidos que responden a la construcción de modelos culturales androcéntricos que sitúan la mirada masculina como universal y generalizable a toda la humanidad” (2015, Cámara de Diputados de la Nación).
Si se entiende que lo que no se nombra, no existe, el lenguaje inclusivo no sexista y no binario, se convierte en herramienta para evitar que se tome como norma y medida de la humanidad sólo a lo masculino y, en consecuencia, su uso se constituye en el camino para considerar, respetar y visibilizar a todas las personas reconociendo la diversidad sexual y de género (2015, Cámara de Diputados de la Nación).
La utilización del lenguaje inclusivo está en el centro de debate y la propuesta de la creación del tercer género, que vendría a cumplir la función de género neutro con la letra “e” para nombrar a las personas que no se sienten representadas ni por el género femenino ni por el masculino, genera profundas resistencias. Uno de los argumentos más escuchados para objetarlo, se fundamenta en que la Real Academia Española sostiene que la norma es usar el masculino como universal.
Pero el lenguaje se caracteriza por su dinamismo. No permanece inmutable en el devenir histórico. Precisamente, por el uso que de él hacen les hablantes, va acompañando cambios culturales. El lingüista y lexicógrafo, Santiago Kalinowski, director de la Academia Argentina de Letras, señala que “…el inclusivo no pretende ser gramática. Su pretensión es social y cultural. Su pretensión tiene que ver con lo real y con el ordenamiento de lo social, con la injusticia y con el privilegio del hombre” (en Bleger, 2021).
En este sentido, el lenguaje inclusivo no sexista y no binario, como práctica lingüística de grupos de hablantes que no se sienten identificades con el masculino genérico, ha ido empujando cambios. Una muestra de ello, es que varias universidades argentinas aprobaron su uso en la presentación de trabajos escritos y orales (Filgueira, 2020).
Como dijo la escritora María Teresa Andruetto en el cierre del Congreso de la Lengua Española en 2019, en relación con la falta de discusión sobre el lenguaje inclusivo en las mesas de diálogo y debate: «Claro que no sabemos, y menos puedo saber yo qué sucederá en el largo plazo. Si ese lenguaje que viene a irrumpir se estabilizará en la lengua y en tal caso de qué modo. Si ingresará y de qué manera a nuestras literaturas, pero sabemos de su uso y expansión en ciertos sectores sociales, especialmente urbanos y en jóvenes de cualquier género, y vemos cómo impregna y permea los usos públicos, periodísticos y políticos. Y entonces resulta asombroso que no se haya incluido siquiera una mesa de discusión sobre algo que está moviendo los cimientos de nuestras sociedades».
En coincidencia con lo expresado por Andruetto, quienes hacemos comunicación social, podemos darnos espacio para este debate. Abrirnos la posibilidad a pensar que la propuesta del lenguaje inclusivo no sólo se circunscribe a la producción escrita. Permitirnos aprender a mirar desde el momento cero en que producimos contenidos para activar la reflexión cuando diseñamos. También es necesario contemplar que en la selección de imágenes y recursos visuales se evite la reproducción de estereotipos, así como miradas únicas sobre las identidades de género. Podemos indagar en la transversalización de la perspectiva de género en nuestra práctica profesional.
Dentro de la cultura, la comunicación y su expresión a través de los múltiples lenguajes, interviene en la transmisión de ideas, sentimientos y las formas de concebir el mundo y los vínculos entre las personas. Por tal motivo, en sintonía con los cambios sociales producidos en relación al cuestionamiento del patriarcado, revisar el uso del lenguaje se convierte en una tarea interesante para plantear entre quienes ejercen la comunicación social con ánimo de construir una sociedad igualitaria.
Claudia María Ischia
Bibliografía:
Andruetto, María Teresa (2019): Discurso completo en el cierre del VIII Congreso Internacional de la Lengua Española, Córdoba, Argentina. Disponible en: https://youtu.be/T8HYTImbdiA
Bleger, Milagros (2021): ¿Qué es el lenguaje inclusivo? ¿Por qué y cómo usarlo? Disponible en: https://www.crehana.com/ar/blog/negocios/que-es-el-lenguaje-inclusivo/
Filgueira, María (2020): Lenguaje inclusivo: hay cada vez más universidades que aceptan su uso dentro de las instituciones. Disponible en: https://www.lanacion.com.ar/sociedad/lenguaje-inclusivo-hay-cada-vez-mas-universidades-nid2331692/
Material de Lectura curso facilitadores Ley Micaela “Transversalizar la perspectiva de género para superar las violencias y transformar las prácticas. PROCADIS INTA (2021). Introducción; Eje temático 2: Introducción a la perspectiva de género. Conceptos básicos