Está detrás de gráficas para bandas del indie, y de los stickers y prints musicales que aparecen por las diagonales platenses. Una mañana fría de mayo, la esquina de Diagonal 78 y Calle 8 amaneció empapelada de ilustraciones y stickers sin títulos ni firmas. Frente a la Facultad de Artes y la plazoleta La Noche de los Lápices, y al costado de Pura Vida y lo que ahora es el bar cultural D.78, el dibujante Sebastián Aladro logró cerrar la forma de su impronta creativa en la ciudad que lo adoptó después de haberse criado en Benito Juárez. Aunque no lo había premeditado, aquella intervención urbana de la que habló La Plata todo ese día lo terminó de presentar públicamente.
Una réplica en lápiz de la célebre foto en la que Ron Wood le convida fuego a Juanse. Nadie sabía a son de qué estaba eso allí, pero el que la arrancó se encontró con otra sorpresa: un puñado de miniaturas del dibujo en calco. «Soy de la política de que no hay arte si no existe alguien que lo reciba. Lo veo como una propiedad pública que me encanta dejar por ahí para que luego siga su curso en otras manos. Y, a pesar de valerme de herramientas digitales, reivindico el papel», dice el también creador de Panzine, fanzine de Osos y Cazadores.
A partir de esa acción pública, Aladro Ilustraciones (8 mil seguidores en IG, única red social en la que se mueve) tomó definitiva presencia en la escena artística platense, pródiga tanto en creadores culturales como en consumidores. Ya para entonces era conocido por encargarse de los flyers de las salas Pura Vida y Ciudad de Gatos con un estilo muy reconocible: a la info sobre los eventos le sumaba dibujos propios sobre los protagonistas. Un valor agregado que reivindica su arte: hoy todos quieren ser trazados por Seba. «Imprimo los dibujos y los pego por ahí. Y a veces ni siquiera los firmo. Me gusta el arte callejero. Y que la gente los arranque y se los lleve, los haga propios», reafirma.
El refugio del under
Como muchos juarenses, Aladro se mudó a La Plata cuando terminó el secundario. Aunque, a diferencia de tantos otros bonaerenses peregrinos, él no desdeña de su pueblo de origen, una plácida localidad de 15 mil habitantes en el centro-sur de la provincia. «Pese su poca población, tiene una movida cultural y un circuito muy interesantes», banca quien ya traía de Benito Juárez una formación en un colegio con orientación en comunicación, arte y diseño. «De chico siempre estuve creando y produciendo diferentes cosas: desde dibujar y pintar hasta armar bandas con amigos. Me encantó venir a La Plata, pero también haber nacido en Juárez.»
De cabeza en Bellas Artes de la UNLP, Seba fue simultáneamente desovillando el circuito cultural entre las rectas y las diagonales de la ciudad-cuadrado. «La facu me dio herramientas y conocí mucha gente, pero donde más me empecé a sentir cómodo fue en los centros y en los espacios autogestivos, el mundo del under. En eso, La Plata tiene una historia y una movida que no le debe envidiar a ningún otro lado.»
«Transité esos lugares desde mi primer día, ya sea tocando o yendo con amigos, y ahora siendo parte activa. Eso me genera ideas nuevas», reconoce el ilustrador. El primer flash sucedió cerca de la céntrica Plaza Italia, en Casa Animal, «un lugar hermoso y super freak en el que pasaba de todo»: desde ferias hasta bandas; y mientras abajo tocaba alguien, arriba había una fiesta porno. «Te estallaba lo loco que era y salías de ahí con otra cabeza.»
En Ciudad de Gatos, reconoce, descubrió algo menos frecuente de lo imaginado: cobrar por su laburo. «Siempre hice flyers, me encantaba eso, pero nunca me habían pagado. Era por puro amor. Aunque a partir de ahí se me abrió otro panorama que ahora me permite vivir de eso», reconoce Aladro. Dibujar músicos también le permitió depurar un estilo: «Fui encontrando líneas más rápidas y simples, pero siempre con la consigna de que el retratado se encuentre ahí».
Entre pioneros y contemporáneos
Fue necesario igualmente otro suceso para que Seba entendiera «cómo era vivir del arte»: la pandemia. «La cuarentena hizo que me la pasara las veinticuatro horas dibujando; pero, a la vez, la creación del Colectivo Cultural La Moura me ayudó a vincularme con otros espacios». La presencia etérea y eterna del cantante de Virus funge también como una especie de vector que dinamiza, nuclea y prohija: la de Federico (con la frase «De todo nos salvará este amor», de la canción Encuentro en el Río) también se convirtió en su ilustración más viralizable gracias a una remera que él vende y muchos compran.
A la vez que el fanzine que realiza para La Moura le permitió llegar a uno de sus artistas más admirados: Rocambole. «Siempre lo miré y lo estudié: me flashea la cabeza cómo pensaba cada tapa y cada afiche, y haber conocido su taller para entrevistarlo fue alucinante», se ceba Seba, a quien siempre le copó «el arte que gira alrededor de las bandas».
«Es que me cuesta desvincular una cosa de la otra: la ilustración siempre fue de la mano de la música», explica Aladro, quien también acaba de sacar Hola amigxs, disco debut de Panza. Ahí timonea cabeza a cabeza con Milton Pionti un proyecto en el que se regodea invitando a artistas platenses como Sol Medina, The Falcons y Hojas Secas. «A la hora de armar una banda, antes de hacer el primer acorde ya pensaba cómo iba a ser la tapa del primer disco o cómo iba a escribir su nombre. No puedo ver el arte de otra forma.»
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