Considero que en todos lados existen “personajes”, con mucha más razón en pueblos y ciudades pequeñas. Los que forman parte de mi infancia me resultan particularmente pintorescos, no tengo idea si con el tiempo van perdiendo la magia o si la fantasía propia de mi imaginación infantil le daba a cada uno de ellos la particularidad de una historia que mesclaba el mito con las anécdotas y que seguramente nada tenían que ver con la razón o el hecho que trasformo aquellas personas en personajes que perduran en el recuerdo de quienes tuvimos la oportunidad de conocerlos.
En esta breve reseña voy a mencionar, sin apellidos, algunos de estos seres con características sobresalientes, en algunos casos acompañados de dichas anécdotas y en otros de lo que me producía su imagen o su presencia.
“La Porruda”
Era una mujer muy activa de paso firme y aspecto desaliñado, casualmente de allí se desprende su apodo. En la década de los años 60´ la moda dictaba como particularidad que las mujeres lucieran peinados voluminosos. Era la época de “la toca”y el “batido”, al punto que más de una utilizaba peluca para lograr el efecto “de peluquería”. En aquella época y con esa particularidad, Clara, ese era su verdadero nombre, no se preocupaba en lo absoluto de su cabellera, su pelo parecía cortado con una tijera sin filo y en la oscuridad! El resto de la apariencia no la ayudaba mucho: Blusa floreada, pollera a cuadros, medias tres cuartos y unos mocasines polvorientos que denunciaban otra particular característica. La porruda vivía a las afueras, donde las calles aun hoy en día no tienen pavimento, en una casa pequeña y descolorida que le había donado el Municipio. Tal vez la lejanía de “el centro” asociada a su personalidad le daba como impronta, además de su aspecto, aquella forma de caminar con pasos largos y determinados. O tal vez, como yo suponía,caminaba rápido para no dar tiempo a que los muchachones atrevidos le gritaran algún comentario desafortunado. Nunca la trate ni escuche su voz, solo la veía pasar sin poder evitar imaginarme su infancia: Como seria de niña? Abra sido feliz? Se abra enamorado? Que cruel razón del destino la transformo en un ser digno de la burla o en el peor de los casos de la lastima? Y aquí aparece la anécdota, esa situación particular que de a poco se traslada boca a boca alterando sus características pero manteniendo la particularidad que da la última pincelada a aquel personaje colorido y grotesco. Clara no vivía sola, ella tenía una enorme cantidad de gallinas. Y con su andar intenso y su aspecto extravagante recorría la ciudad en busca de comida para ella y para sus gallinas. Una vez alguien le pregunto “Clarita, porque no te comes una de tus gallinas?” y la porruda le respondió “que culpa tienen ellas que yo tenga hambre?”