Fue parte del alegato del particular damnificado. Tanto la fiscalía como los abogados de los padres de la víctima solicitaron prisión perpetua para todos. Mañana será el turno de la defensa.
La presentación de la querella en la primera jornada de alegatos del juicio por el crimen de Fernando Báez Sosa comenzó con la palabra de Fernando Burlando, que se enfocó en describir la mecánica del hecho, cronometró los pasos hacia el homicidio y los segmentó en cuatro etapas, desde el incidente dentro del boliche que originó la violencia a la huida de los ocho acusados tras la golpiza a la víctima. A continuación, siguió otro de los abogados de que representa a la familia de la víctima, Facundo Améndola, quien en su exposición aludió a las pruebas contra cada uno de los imputados: empezó por Máximo Thomsen.
Para el letrado, el incidente con la víctima en la discoteca “despertó en Thomsen un encono mortal” y que una vez fuera de Le Brique, cuando “puso en marcha su objetivo”, el acusado desplegó contra la víctima “una fuerza inhumana”. “Lo patea a Fernando cuando su cuerpo está en el suelo. Se ve la patada, se puede escuchar el ruido y además se escuchan los gritos de horror acompañados de un ‘no’ generalizado”. En esa línea, recordó el testimonio de Tomás Bidonde, que afirmó que Thomsen le daba “puntinazos” a Fernando, y el de Lucas Filardi sobre que “no eran patadas sino pisotones”.
Améndola relacionó las agresiones con lo manifestado por el forense Diego Duarte y con la marca del calzado que quedó en la cara de Fernando. La pericia Scopométrica determinó que esa impronta era de la zapatilla del imputado. Para finalizar, se refirió a los dichos del imputado: “De lo único que sirvió su declaración fue para ubicarse en el lugar del hecho”.
El siguiente apuntado en el alegato fue Ciro Pertossi. “La primera gran prueba que encontramos en su contra es el video: se ve cómo aborda a Fernando por su flanco derecho, a la vez que Comelli lo hace por el izquierdo. Fernando cae de rodillas. Los registros fílmicos lo ubican al principio, durante y al final de la agresión”, dijo.
Y mencionó un gesto que fue tomado como crucial para la querella: le dejó su buzo a Juan Guarino como indicio de que se iba a pelear. Para sustentar sus palabras, Améndola citó a la declaración de Bidonde y la pericia de ADN: “En el jean que usó esa noche había sangre de la víctima”. También el video en el que se ve cómo se chupó los dedos, el audio “chicos de esto no se cuenta nada a nadie”, y las búsquedas en Google “pelea en Villa Gesell”. Más el mensaje de Ana: “Machu y Enzo mataron a un pibe”.
Sobre Luciano Pertossi, señaló que “participó activamente del ataque”, que fue identificado por los testigos Federico Raulera y Federico Tavarozzi; este último dijo que lo vio “revoleando piñas y patadas a todo lo que se le cruzaba”.
“En el video de Infobae se lo ve acercarse a Fernando de forma agachada, como si le dijera algo. Cuando termina el hecho, se aleja y se lo ve abrazado con Matías Benicelli con los brazos abajo”, completó el querellante antes de explicar: “Así como Ciro le dio el buzo a Guarino para que se lo sostenga para pelear, él le dio la billetera. Queda acreditada la participación de Luciano Pertossi en el hecho. Además, la pericia de ADN se advierte que en el pantalón de gabardina gris que usaba había manchas de sangre de Fernando”.
Respecto de Enzo Comelli, al abogado sostuvo: “Agrede a Fernando al unísono con Ciro. Él llega por el flanco izquierdo: es asombrosa la coordinación para pegarle en el mismo momento. Excepcional forma de abordaje. Existió entonces una planificación”. En ese contexto, subrayó que varios testigos lo reconocieron en la rueda, que golpeó a los amigos de la víctima y se sacó fotos al final del hecho.
En tanto, al referirse sobre las evidencias contra Blas Cinalli, recordó que había ADN suyo debajo de la uña del dedo meñique de la mano izquierda de Fernando. También repasó los mensajes que mandó el imputado, en los que hacía los siguientes comentarios: “No pelamos contra unos chetos, los rompimos jajaj”; “Alta noche. Nos vamos al centro a premiar”; “Estamos yendo de vuelta al centro capaz que los cruzamos”.
“A las 5.25 le contó a un amigo que todo Villa Gesell estaba hablando de ‘eso’, en referencia a la pelea, y que ‘matamos a uno’. No hubo un solo mensaje ni una actitud posterior de uno de los acusados que demuestre un tipo de arrepentimiento. Al contrario: se regocijaron”, consideró Améndola.
En relación a Ayrton Viollaz, repitió lo que antes habían resaltado la fiscalía y Burlando: que “dio la orden de empezar el ataque”. “‘Es ahora, es ahora’, gritó cuando se retira la policía del lugar… Varios testigos lo reconocen y el objetivo de los gritos era impartir temor”, fundamentó el letrado, apoyándose sobre los testimonios de Julián García y Lucas Begide.
A continuación, dijo que Lucas Pertossi fue quien filmó la pelea: “Al escuchar la orden (de Viollaz), comienza a grabar el video. Es corto porque dejó de filmar y guardó el celular para después sumarse a la pelea. Testigos lo identificaron parado al lado de Fernando y golpeando a los amigos”. Además, tras el ataque, este acusado “mantiene un breve diálogo con una persona y posteriormente envía el audio a sus amigos: ‘Amigo estoy acá cerca de donde está el pibe (…) Caducó‘”.
Entre las pruebas contra Matías Benicelli, Améndola hizo referencia a que “en tres de sus prendas había ADN de Fernando Báez Sosa: jean, camisa y una de sus zapatillas Nike”. Y recordó que Alejandro “Chiqui” Muñoz, el jefe de seguridad de Le Brique en ese momento, “lo reconoció como quien le pegó una patada” a la víctima: “Y que no se levantó nunca más”.
A su vez, otro de los testigos dijo que lo escuchó decirle a Fernando: “Negro de mierda, vamos, mátenlo”. Mientras que Andrea Ranno, del hotel Inti Huasi, declaró que oyó: “Le rompí toda la jeta”.
“Con esto se acredita la participación de los ocho en el plan criminal para acabar con la vida de Fernando Báez Sosa”, cerró la presentación de la prueba de cada uno.
Sobre la clausura del alegato, Burlando volvió a hacer uso de la palabra y pidió que los ocho rugbiers sean condenados a prisión perpetua como coautores del “homicidio agravado por alevosía y por el concurso premeditado de dos o más personas en perjuicio de Fernando Báez Sosa, en concurso ideal con lesiones leves”.
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