El ámbito del altiplano norteño, las puertas del llamado Alto Perú, se transforma en la zona caliente del proceso revolucionario de las Provincias del Río de la Plata. Los traspiés sufridos por las tropas patriotas dejó el espacio para el avance realista. La presencia del ejército al mando de Belgrano, después de los triunfos de Tucumán y Salta, junto a la lucha lugareña encabeza por algunos caudillos altoperuanos, vuelven la ilusión revolucionaria al territorio.
Sin embargo, las derrotas sufridas en Vilcapugio y Ayohuma, significaron una frustración para las tropas lugareñas y motivaron un reclamo hacia la estrategia empleada por Belgrano, de esperar al enemigo en un explanado y no de primeriar la envestida cuando los realistas descendían. El General, de acuerdo a los sucesos, no confió plenamente en la capacidad militar de las tropas de Juana y Padilla. Los altoperuanos habían cifrado muchas esperanzas de controlar el avance realista, sobretodo en un terreno escabroso que ellos conocían muy bien. Dada la circunstancias, ahora se volvía a establecer una durísima resistencia ante el avance español.
Juana, “herida en su amor propio pero demostrando su excepcional espíritu, la amazona decidió organizar un batallón que denominó «Leales», al que le inculcó tácticas y estrategias militares que pudo aprender de algunos textos que el mismo Belgrano le facilitó.”
Agrega Pacho O’donnel que, “en campaña solía llevar un pantalón blanco de corte mameluco, chaquetilla escarlata o azul, adornada con franjas doradas y una gorra militar con pluma azul y blanca, los colores de la bandera del general Belgrano, quien le había obsequiado su espada favorita , ,en cierta ocasión en que presenció su bizarría y arrojo, prenda que doña Juana lucía con gran estima. Los Padilla exhibieron el azul y el blanco en vestimentas e insignias en solidaridad con el general porteño y en desacuerdo con el Triunvirato de Buenos Aires, que a través de Bernardino Rivadavia obligó a Belgrano a abjurar de su bandera y hacerla desaparecer.”
Y remarca, el historiador Pacho O’odonnel, una actitud que recelaban los pueblos del interior, en cuanto “ Buenos Aires era cómplice de la actitud de Gran Bretaña, que se había comprometido a apoyar a los gobiernos revolucionarios de América del Sur siempre y cuando éstas no adoptaran posturas independistas que pudieran afectar su política de hipócritas buenas relaciones con España, a la que pretendía arrancar las mayores facilidades comerciales en sus colonias americanas.”
Desde Buenos Aires, lamentablemente, Alvear, Rivadavia y otros seguirán negociando con Lord Strangford, embajador británico en Brasil.“La bandera celeste y blanca se izó en la Fortaleza de Buenos Aires recién tres años más tarde, luego de caído Alvear a raíz de su fracasada intentona de defenestrar a San Martín como gobernador de Mendoza sustituyéndolo por el coronel Perdriel.”
LA GUERRA DE LAS REPUBLIQUESTAS
El cholo Hualparrimachi, hijo natural del anterior gobernador español de Potosí Francisco de Paula Sanz y una chola altoperuana, se une a los Padilla. Era un guerrero extremadamente valiente y eficaz en los encarnizados entreveros, y atacaba a sus enemigos con una ferocidad que impresionaba a propios y ajenos, lo que hizo que su fama, aumentada por los relatos idealizados, se expandiera por la región.
Hualparrimachi se ganó prontamente la confianza y el afecto de doña Juana, que lo trató como a uno más de sus hijos, quizás como las señoras distinguidas de entonces trataban a sus criados preferidos. Mientras que Manuel Asencio, confiado en el ascendiente que el joven cholo tenía sobre sus iguales y apreciando la habilidad letal que demostraba en el manejo de la huaraca (especie de honda boleada), rápidamente le asignó el puesto de su lugarteniente.
“La región en que combatieron los esposos Padilla Azurduy, integrante de las Provincias Unidas del Río e la Plata hasta 1825, se extiende desde el norte de Chuquisaca hasta las selvas de Santa Cruz, o sea, la última del contrafuerte andino al oriente, comprendiendo las ramificaciones de la cordillera de Los Frayles y las serranías de Carretas, Sombreros y Mandinga, por cuyas vertientes corren los ríos de Mojotoro, Tomína, Villar, Takopaya, Tarvita, Limón, Pescado, Sopachuy y otros. Los pueblos principales son Presto, Mojotoro, Yamparáez, Tarabuco, Takopaya, Tomina, Ía Laguna y Pomobamba, pueblos estos últimos que ostentan hoy los nombres de nuestros protagonistas: Padilla y Azurduy”.
Esta resistencia fue una lucha imprescindible, ya que controló la arremetida española por el norte, protegiendo al resto del territorio del Rio de la Plata y la vigencia de la revolución.
De esta guerra, que se llamo’ «Guerra de las Republiquetas», dice Mitre en su Historia de Belgrano y de la independencia argentina: “Es ésta una de las guerras más extraordinarias por su genialidad, la más trágica por sus sangrientas represalias y la más heroica por sus sacrificios oscurosy deliberados. Lo lejano y aislado del teatro en que tuvo lugar, la multiplicidad de incidentes y situaciones que se suceden en ella fuera del círculo del horizonte histórico, la humildad de sus caudillos, de sus combatientes y de sus mártires, ha ocultado por mucho tiempo su verdadera grandeza, impidiendo apreciar con perfecto conocimiento de causa su influencia militar y su alcance político».
LOS CAUDILLOS DEL NORTE
La historia Juan Azurduy y Padilla se desenvolvió en esa guerra que, “ como guerra popular, la de las Republiquetas precedió a la de Salta y le dio el ejemplo, aunque sin alcanzar igual éxito. Como esfuerzo persistente, que señala una causa profunda y general, duró quince años1809/1825, sin que durante un solo día se dejase de pelear, de morir y de matar en algún rincón de aquella elevada región mediterránea. La caracteriza moralmente el hecho de que, sucesiva o alternativamente, figuraron en ella ciento dos caudillos más o menos oscuros, de los cuales sólo nueve sobrevivieron a la lucha, pereciendo los noventa y tres restantes en los patíbulos o en los campos de batalla, sin que casi ninguno capitulara ni diese ni pidiese cuartel en el curso de tan tremenda guerra. Su importancia militar puede medirse, más que por sus batallas y combates, por la influencia que tuvo en las grandes operaciones militares, paralizando por más de una vez la acción de ejércitos poderosos y triunfantes.” Fue la heroica lucha de provisorias agrupaciones armadas independentistas que surgieron en el Alto Perú y en territorios cercanos como los de Chiquitos, Santa Cruz y de Tarija, que pretendían seguir siendo parte de la Provincias de sud América, pero abandonas de Buenos aires..
Cada valle, cada montaña, cada desfiladero, cada aldea, es una Republiqueta, un centro heroico de insurrección. Los esposos guerrilleros, Juana y Manuel Padilla quedaron vinculados por el norte con los generales Arenales y Warnes, por el oriente con Umaña y Cumbay y por el sur con Camargo y las guerrillas de Tarija.
Varios hombres esforzados y audaces combatieron a sus órdenes, como Hualparrimachi, Zárate, Pedro Padilla, Fernández, Torres, Rabelo, Cueto, Carrillo, Callisaya, Miranda, Serna, Polanco y otros. Entre quienes lucho’ y brillo’ siempre como un emblema de coraje y patriotismo,Juana Azurduy, la Flor del Alto Perú.
(Material compilado de “La teniente coronela”, de Mario “Pacho” O’Donell).