Cuando un amigo se va queda un espacio vacío, cuando un amigo se va una estrella se ha perdido dice una vieja canción.
Muchas veces nos preguntamos si el destino está escrito para aquellos que partieron un día por sus sueños pero no encontramos respuesta al saber que no regresaron.
José Luis Peralta se fue detrás del propio que se esfumó un día como hoy de hace 39 años, a priori estaría en el portaviones 25 de Mayo pero se embarcó en el Crucero A. R. A General Belgrano que en la guerra de las Malvinas recibió un disparo de dos torpedos del submarino británico HMS Conqueror, de sus 1093 tripulantes en ese momento, 323 fallecieron.
A este juarense siempre le gustó el ejército, hacer la colimba hizo que esas ganas se fortalecieran para ser parte y cumplir un objetivo en su juventud para forjar su futuro…
José Luis el soldado también fue hijo, hermano y también amigo, en este homenaje quisimos conocerlo a él como tal, hablamos con muchas personas hasta llegar a su incondicional amigo Sebastián Sácula quién se sorprendió cuando lo contactamos y aunque le duele la ausencia física cada palabra en su relato fue con una sonrisa.
“Con José Luis nos conocimos en la adolescencia a través del fútbol y se fue afianzando con el correr de los años, no vivíamos en el mismo barrio pero compartíamos el trabajo, salíamos siempre juntos.
Tres días antes de los sucedido había estado con él, estaba contento porque se había enganchando en la marina y me contó que lo habían puesto en el portaaviones 25 de Mayo fue lo último que hablé, por eso es que cuando me entero lo que pasó con el General Belgrano no lo creía porque yo estaba seguro de su otro destino pero evidentemente lo cambiaron.
Pasaron los días, había poca información de lo sucedido y en el pueblo estaba el comentario que no lo creía por lo que comenté antes, no se sabía cuántos había y menos quienes eran, ya había empezado el conflicto de Malvinas y el barco no estaba en zona de guerra.
Nosotros en ese momento teníamos 20 años y creo que llega a la marina no por elección propia sino porque lo enviaron en ese momento a Bahía Blanca” relata en el inicio Sácula.
Por aquellos años ir a la colimba era una ruleta, Sebastián se salvó por número bajo pero su amigo no, “En ese tiempo se sorteaba la colimba yo no la hice por número bajo 077 no me lo olvido nunca más, pero José Luis si la realizó y le tocó la parte de marina creo porque no tengo la certeza.
Después de la colimba se fue a estudiar un año para entrar a la fuerza, volvió y lo llamaron nuevamente, cuando me contó respete lo que había decidido más allá de si estaba de acuerdo o no porque era mi amigo”.
“Lo que recuerdo de esos últimos días es que vino sin permiso, fue como una despedida si lo pienso ahora, estuvimos en la gomería donde trabajaba tomando mate, me acuerdo del sillón donde estábamos sentados y es cómo si lo viera.
José Luis era una persona muy divertida y le encantaba bailar pero ante todo era un gran amigo en las buenas y en las malas, él me acompañó en los peores momentos de mi vida, a mi viejo le agarró un derrame cerebral el 12 de enero y los 15 días que estuvo en coma se quedó al lado mío todo el día, era incondicional”.
Cuando le preguntamos más acerca de su amigo, sus ojos se iluminan como si volviera a revivir cada momento, “Era muy enamoradísimo también, fachero, tenía rulos y los ojos bien claros y se llevaba a todas las chicas, yo ni la segunda le podía hacer. Cuando salíamos a bailar íbamos al Italó Argentino donde está el supermercado chino, nos vestíamos con lo que se usaba pero yo me pegaba unas quemadas bárbaras pero él ganaba porque era simpático y muy piola”.
El jugador de fútbol
Ellos se cruzaron en la cancha y estrecharon un lazo de amistad que perdura, José Luis jugó en Alumni y en Mataderos donde jugaron juntos en Primera División, su puesto en la cancha era el de puntero izquierdo (delantero), según nos cuenta jugaba bien, “lo tuvimos como técnico a Duré, Kuziu pero pasamos por varios que nos fueron formando y con el paso del tiempo hasta dirigí 3ra pero José Luis ya no estaba, jugamos comerciales también, en realidad hacía mucho deporte él y era bueno para todo, yo era medio ojota”, (me cuenta entre risas).
“Uno valora las personas cuando no están”
Estas fechas donde se lo recuerda para Sebastián no son fáciles, no ha estado presente en muchos actos porque no le hace bien. “Uno valora las personas cuando no están, en realidad cuando aprendes tarde porque ya no sirve y es muy duro.
Soy de hablar de José Luis porque hicimos macanas con él, era tan incondicional conmigo, pero también era querido por todos porque era muy buena persona, no tenía maldad para nada.
No sé si es el destino o qué pero uno se hace preguntas que no tienen respuestas. Hay cicatrices que no se cierran a pesar de los años pero lo recuerdo con una sonrisa en todo momento”.
María del Carmen Remedio