Somos esos primeros cinco años, somos ese rincón de juegos, ese edificio que nos recibe cada día, somos el olor al te con leche de la cocina, son y serán recuerdos para siempre. Nuestro jardín y la seño se guardan en un lugar privilegiado del corazón, porque son como las huellas de los personajes de los cuentos, son esa caricia y esa sonrisa donde todo está bien.
En una fecha como la de hoy quisimos celebrar el Día de los Jardines de Infantes y de la Maestra Jardinera junto a María Cristina Guglielmetti que fue docente y directivo en el Jardín de Infantes 901, hace algunos años que dejó su cargo pero de alguna manera sigue presente.
Con sólo 20 años inicio su camino en este mundo tan lindo, la primera infancia como la llamamos, era una época en la que había oportunidad de trabajo y eligió estar con los más chiquitos de la comunidad, para muchos sigue siendo la Srita. Cristina aún hoy.
Un tiempo después dejó el aula para ser directora y actualmente pe es integrante de la cooperadora después de varios años, “fue el lugar donde me desarrollé profesionalmente”.
Café de por medio, el bullicio de sus nietos y un ambiente cálido fue parte de la nota, hablamos con Cristina que recordó sus años de docente, de esa infancia tan linda y donde ellas son las hadas principales de esos años de fantasía.
“Había estudiado el Profesorado para la Educación Primaria en Juárez y a continuación decidimos junto a un grupo de compañeras estudiar en el Instituto Superior de Educación Docente de Azul, Educación Pre- Escolar.
En ese momento había muchas vacantes en la ciudad para acceder a los cargos de los distintos jardines rápidamente comencé a trabajar en el Jardín de Infantes 901 como docente a cargo de la Sala de 4 años y con el paso del tiempo fui vicedirectora y al final directora de esa institución.
Cuando comencé a trabajar tenía 20 años era una época en la que había oportunidad en las diferentes ramas de la educación, inicial, especial, y psicología o sea había muchas vacantes.
La parte de jardín la elegí era la que más me atraía desde el punto de vista de los niños y de la relación con el docente, es un ida y vuelta continuo con mucho cariño, mucha expresividad, espontaneidad y porque a partir del juego se realizan los aprendizajes. El niño en esa etapa está ávido de aprendizajes por medio del juego, hoy todo es distinto porque antes no teníamos la tecnología de hoy donde los chicos van con conocimiento previo de esta herramienta.
Estuve diez años a cargo de sala de 4 y 5 años siempre en el Jardín 901, y el cambio de docente a directivo fue para continuar con la tarea pedagógica pero desde otro lado” nos comentó la Srita. Cristina.
Desde el año 80 el jardín se trasladó a donde está actualmente, antes había tenido sede en calle Pumará donde Cristina fue maestra y muchos más antes el edificio se encontraba sobre la actual Av. Libertad, “yo fui alumna en el primer jardín, recuerdo que se usaba para buscar a los niños y niñas un carro de color verde tirado por caballos muchos años después aparecieron las combis.
El actual edificio tardó 15 años en realizarse porque a la cooperadora que inicio la obra le costó bastante hasta que el Sr. Magnanini asumió en el cargo de intendente y pudo finalizarlo, en ese momento la Sra. Nancy Guerra de Sarramone estaba como directora”.
En el año 2006 decidió alejarse, siempre hay que darle la oportunidad a los que vienen haciendo su camino cómo cuando le toco a ella, no fue una decisión complicada pero se extraña, “admiro a las personas grandes que aún siguen en la educación, uno cumple un ciclo como todo en la vida y tiene que dar un paso al costado para los que vienen atrás nuestro.
Era otro tiempo, y todo ha cambiado, la sociedad y sus valores, algunos sirvieron para mejorar, para tener más oportunidades pero nos hemos olvidado del respeto y la persuasión que se debe tener hacía los niños, y de los adultos entre sí.
Cuando hablamos de respeto nos referimos al cariño, a la forma de dirigirse del adulto hacía el niño para que este responda de la misma manera, ahora en cuanto al lenguaje ha cambiado su forma de expresarse, a la escuela le cuesta mucho encausar al alumno en los aprendizajes verdaderos y por supuesto en los valores de respeto, solidaridad y empatía”.
Hay cosas que no se olvidan que siempre están presentes, hay lugares, personas y olores que vuelven a revivirnos momentos lindos, “el olor a tempera es algo que lo llevo siempre, me acuerdo cuando era alumna del jardín que me encantaba trabajar con ellas porque era un placer, verlos a los chicos como creaban con los colores que les dábamos era muy lindo porque aparte ellos pintan toda la hoja porque es la actividad más placentera cómo creación propia”.
El inicio en la educación es parte del recuerdo de nuestra niñez que queda para siempre, siempre hay alguna señorita que viene a la mente quizás alguna más que otra pero quién no quiere volver a esos años donde se jugaba continuamente y se soñaba, vivíamos en un cuento de fantasías, aventuras, abrazos y risas continuos porque el jardín es ese lugar donde todo está bien.
“El jardín para mí fue el paso de mi vida profesional con mucho trabajo, donde siempre se intentó valorar al grupo que te acompañaba en la tarea diaria cuando era docente, después la misma la continúe siendo director porque entendía que cuidar y respetar a mis docentes era fundamental.
Hoy valoro el trabajo de los docentes en época de pandemia, valoro el entusiasmo, la profesionalidad, su adaptación a la tecnología y a los cambios para saber cómo pueden llegar a los niños. Sé que les lleva mucho tiempo esta tarea, fue un año difícil este gracias a Dios es un poco distinto, la presencialidad es muy importante en todos los niveles porque la relación docente- alumno no se compara con ninguna tecnología que entiendo es importante porque se aprende más rápido pero el contacto tiene que estar también”.
María del Carmen Remedio
Fotos Ilustrativas:
En la sala de computación junto a la auxiliar Gladys Bustos
Foto Acto 9 de Julio en el Jardín 901: Cristina junto a la Srita. Mónica Campos, Araceli Fernández y la Srita. Marisa.
Fotos de la bandera: Alumnos Chiozza, Facundo Reinoso y María Emilia Villarruel
Fotos con sus nietos Pía y Leo Massigoge