Hoy la lluvia tiene el peso de las lágrimas. Ante la muerte no hay explicaciones, no hay un razonamiento que pueda traernos al menos un poco de paz. La muerte es despiadada y cruel. Es un sicario sin dueño que nos arrebata los afectos, nos quita las ganas, nos pisa como un gigante. Sin embargo, contra el inevitable destino humano, hay maneras de luchar contra ese desanimo que nos provoca. A veces pienso que los tiempos verbales, contra los que renegué en mi formación son hoy un arma contra la tristeza que me provocó enterarme de que Sonia ha partido. Y pensé en unas palabras que le escribí allí por el mes de noviembre en la red social de colegio:
“Hay miradas profundas y lejanas donde uno puede perderse. Las mismas donde uno puede encontrar acantilados no aptos para miedosos de las alturas o mares calmos que inviten a la charla y la calma.
Preguntarían los filósofos: ¿Se puede existir solo desde la mirada? ¿Se puede mirar al mundo indagándolo sin palabra y solo con un pestañear de ojos? Si lo respondiera, si la certeza llegara en este momento, la filosofía carecería de sentido.
Quizás no haya que buscar respuestas. Quizás la vida sea ir hacia adelante buscando miradas que nos interroguen, miradas en las que un acantilado nos devuelva el miedo original que nos convierta en posteriores valientes. SONIA te mira y hay un poco de todo eso”
Y sé que alguno con avidez de corrección me dirá que debería poner el último verbo del texto en pasado y eso sería darle razón a la muerte. Pero me resisto a que nos venza, a que nos convierta en pasado, en olvido. Por seguiré pensando a Sonia en presente. A pensar que seguiremos alguna charla que quedó pendiente, a que debatamos el país como lo hicimos en algún encuentro en un recreo-pasillo de la escuela. Es un día triste. Un día muy triste. Pero voy a pensar que extrañarte sería hacerte pasado, por eso me aferraré contra todas las reglas del lenguaje a recordarte conjugándote en tiempo presente. Abrazo Sonia
Texto que fue publicado en su Facebook