Los sucesos del jueves por la noche frente al domicilio de la Vice Presidenta de la Nación generó una gran conmoción en el universo de la política institucional del país. Las pantallas televisivas nos mostraban reiteradamente, la electrizante escena donde emergía el brazo de alguien con un arma de fuego a escasos centímetros del rostro de Cristina Fernández de Kirchner. Era la terrible postal de un atentado a la vida de la Vice Presidenta de nuestro país.
La Democracia se materializa en gestos, en actitudes, proyectos, en personas que la interpretan. En su virtuosismo y sus alcances vemos que ofrece la posibilidad de disentir, discrepar, diferenciarse en las ideas e iniciativas. Esta funcionalidad le da un papel trascendente y ponderable a la participación ciudadana. Esa composición de diversidad y apertura le otorga la primacía entre los sistemas gubernamentales en el mundo.
La política en su accionar busca la construcción de una sociedad que pueda vivir en paz, en articulaciones de convivencia y aspiraciones de un desarrollo social y colectivo que favorezca su crecimiento y la concreción de sus aspiraciones.
La República (“res pública” = las cosas de todos), es su consistencia, su estructura. El sistema democrático y representativo con su funcionamiento desde el rol de la política, representa su dinámica, su gobernabilidad, su existencia, su desenvolvimiento institucional, su interioridad.
ODIO, INTOLERANCIA, DESCALIFICACIÓN
Desde que se sucedieron las manifestaciones acusatorias del Fiscal Diego Luciani, en el marco de un contexto procesal impropio e inadecuado, según la opinión doctoral de expertos juristas sobre el tema, sumado a un tamborileo virulento desde medios de prensa, el clima socio-político comenzó a enrarecerse volviéndose excesivamente turbulento, mostrando un viso preocupante de riesgos e inestabilidades en el ámbito de la convivencia de los espacios sociales, institucionales y políticos.
Como contrapartida al hecho lamentable del atentado, “con una convocatoria de pocas horas, sin tiempo para organizar ni comunicarse, las multitudes acudieron en masa al centro de la ciudad. Paradójicamente, esa capacidad de movilización del pueblo argentino fue el motivo de fondo del intento de asesinato. Es lo que más teme la derecha. Porque siempre ha sido el obstáculo principal para sus intereses. La mayoría de las operaciones mediáticas, políticas, judiciales y demás buscaron neutralizar esa herramienta de resistencia popular ya sea con la represión, con el terror, con la proscripción o el encarcelamiento de sus dirigentes, en este caso la vicepresidenta Cristina Kirchner que fue el blanco de un intento de asesinato.”
Nuevamente como eje de la reacción, la Plaza de Mayo volvió a aquilatar su referencia y protagonismo de las puebladas históricas más contundentes. El despliegue del púlpito de la calle, poniendo “negro sobre blanco” en lo concreto y cotidiano, para que la verdad encastrada en la peculiaridad profunda de la gente, vuelva a emerger como sustantivo inapelable de la realidad.
Un amplio sector de la sociedad no tomó conciencia de los hechos. “Si el atentado hubiera tenido éxito, en este momento el país estaría en llamas y el nivel de rabia y violencia que habría desatado el magnicidio hubiera sido imposible de frenar. El futuro de los argentinos habría entrado en una franja de oscuridad e incertidumbre.”
En un reclamo reiterado por superar ese presagio cargado de odio, intolerancia y descalificación que es el contenido de la llamada grieta, la gente, el pueblo, la sociedad propicia recuperar valores trasgredidos por pretensiones sin medida, individualistas y sectorizadas.
Surgen muy claros y memoriosos resabios de un pasado, triste por sus consecuencias, doloroso por sus víctimas , inútil por su fracaso histórico. Pero, existe todavía un pueblo despierto y consciente. La Democracia está viva.