Latinoamérica tiene una génesis que la fraterniza y la unifica entre sus países componentes. La concepción de construir la Patria Grande que pronunciaron, tanto Simón Bolívar, como José de San Martín, no era una fabulación elitista ni desenfrenada. Se basaba en la configuración de ese inmenso y promisorio territorio, colonizado por las potencias mundiales de aquel entonces pero, recuperado para su libertad e independencia merced a una lucha denodada de años de esfuerzos, sacrificios y mártires inmolados a lo largo de las largas campañas de Liberación.
Hace unos días atrás, durante los primeros días del nuevo año, en la Ciudad de Buenos Aires, tuvo lugar la asamblea de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y el Caribe, CELAC, organismo regional, que fue institucionalizado en el 2010, con el impulso de un década memorable de gobiernos de criterio progresista, desde los inicios de este siglo Veintiuno. En este encuentro actual, Argentina en manos del Presidente Alberto Fernández recibió la Titularidad “pro tempore” del organismo para el presente año 2022. La búsqueda de la integración y conjunción de los países que conforman Latinoamérica tiene una larga data. Hoy los distintos territorios que la conforman son países y Estados soberanos, que han logrado aglutinar a sus pueblos, para crecer y desarrollarse, protegiendo sus identidades dentro del gran conglomerado de esta amplia y exuberante región. Los varios organismos que los agrupan, como el Mercosur, la Unasur y La Celac, procuran desde distintos enfoques y alcances consolidar su desenvolvimiento internacional.
Durante el encuentro mencionado, al pronunciar el discurso de asunción de la presidencia pro tempore, Alberto Fernández aprovechó para agradecer el respaldo de los países de la Celac en la negociación que la Argentina lleva adelante con el FMI y propuso como meta de trabajo de la conducción argentina del organismo «discutir en conjunto estrategias que permitan concertar posiciones a nivel regional ante organismos financieros internacionales y regionales».
«Hagamos que Latinoamérica y el Caribe no sean solo una expresión geográfica sino también una expresión política, cultural, económica y social», convocó Fernández en su discurso y recuperó la convicción de ser «parte de una Patria Grande que nos une, aunque muchos hacen lo imposible para dividirnos y consecuentemente someternos con facilidad».
LA HISTORICIDAD DE LA REGIONALIZACION LATINOAMERICANA
La idea de la unidad de la región latinoamericana fue retomada con intensidad sobre distintas etapas del siglo XX, desde una visión geopolítica integracionista que fue interpretada como el “latinoamericanismo.”
En esta línea de análisis nos vamos a encontrar con los trabajos del historiador argentino Manuel Ugarte, durante los primeros tramos y mediados del siglo XX, en su pensamiento totalizador del conjunto de Latinoamérica, en el que se basará años después Juan Domingo Perón al plantear su idea del Continentalismo sudamericano, “, para que nuestra América Latina al decir del Libertador Simón Bolívar emerja al mundo como la Nación de Repúblicas donde reinen la dignidad y la justicia”.
En su tesis-trabajo sobre “El Continentalismo de Perón en la Globalización”, el historiador argentino, MiguelÁngel Barrios, al referirse a la situación de Sudamérica sobre mediados del siglo anterior, nos dice que “el siglo XX significa las crisis de las “polis-oligárquicas”(comunidades comandadas por pocos) o repúblicas agro-exportadoras sostenidas en base al “crecimiento hacia fuera” en lo económico, basándose en un mercado y un puerto como elementos articuladores. La depresión del 1929 que se prolonga en la Segunda Guerra Mundial debilita los vínculos políticos y comerciales entre el centro y la periferia, conmoviendo la estabilidad de las “Polis-oligárquicas”. Los centros han sido proveedores tradicionales y puntuales de manufacturas para las economías periféricas y compradores de sus productos primarios en la etapa del “crecimiento hacia fuera” que se consolida en el último tercio del siglo XIX y se extiende hasta 1930. El esquema de “crecimiento hacia fuera” empieza a dejar lugar al esquema del “crecimiento hacia adentro”. Esta situación inesperada origina un proceso de “sustitución de importaciones” produciendo consecuencias políticas, sociales, económicas y culturales”.
Fue el tiempo del comienzo del ciclo de gobiernos populistas o progresistas, cuyas características constituirán la nacionalización de los sectores claves de la economía, industrialización, distribución de la riqueza, liderazgos carismáticos, combinación de elementos autoritarios y democráticos, nacionalismo y antiimperialismo.
Esas expresiones gubernamentales cuyos ejes rondaban “en torno al desarrollo, la democracia, la justicia y la soberanía de nuestras naciones”, podemos ubicarlas en los períodos de 1930 y 1950, con Getulio Vargas, en Brasil; Juan Domingo Perón, en Argentina; Velasco Ibarra, en Ecuador y Lázaro Cárdenas, en México. Fueron gobiernos donde fundamentalmente,“ el fortalecimiento del nuevo sector industrial, la urbanización, la redistribución económica, el equilibrio social, la acción decisoria del Estado , el nuevo rol de los sindicatos serían sus elementos cohesionadores cuya “ideología común a todas estas experiencias es el nacionalismo popular”.
LA FORTALEZA DEL CONJUNTO
En el marco de una amplia mirada sobre la geopolítica actual y más allá de la concepción internacional de la Globalización y la conformación permanente de distintas pretensiones y hegemonías de parte de ciertos países y sectores mundiales, adquiere una vital importancia la conformación de acuerdos regionales, donde se configure la integración de aspectos económicos, culturales, políticos, demográficos y todo lo que hace al espacio del crecimiento y desarrollo integral de sus pueblos.
De ahí, que tenga una importancia estratégica la consolidación de los acuerdos surgidos en los reiterados encuentros que los países latinoamericanos realizan a lo largo del desarrollo de las asambleas, como la mencionada al inicio de esta nota. De esa estructuración ydesde las diferentes decisiones que adopten, es posible revalidar el potencial individual y de conjunto, de manera de posicionarse en un escenario mucho más fortalecido al actuar desde el conjunto de la regionalización.
A los países y territorios de la región los une recorridos históricos comunes, idiosincrasias propias y compartidas, similares luchas por recuperar sus soberanías, los hermana un territorio fructífero, los consensos en los criterios de poner en marchas políticas comunes deben constituir los objetivos comunes para este nuevo milenio que transitamos.