El ministerio gastará 4 millones de dólares en comprar libros para el plan nacional de lectura. Los mismos textos que se comprarán en papel estarán también disponibles en la web para aquellos que puedan y quieran leerlos en pantalla. Los temas son cuentos y poesías del canon literario.
La noticia luce extraña y algo extemporánea en el marco de un sistema que enfrentó la pandemia profundizando la brecha de desigualdad abierta entre quienes tienen conexión digital y pueden mantener su vínculo con la escuela y aquellos que carecen de conexión y han perdido el ancla escolar.
Esta asimetría es una expresión clara de cómo se reproducen inter-generacionalmente las desigualdades sociales. Hoy es el acceso a la cultura digital y el uso inteligente de los instrumentos tecnológicos que les son propios , lo que marca la diferencia. Las nuevas generaciones que habitan los barrios populares agregan, a la larga lista de sus carencias, la desconexión con la cultura contemporánea.
La conexión les abriría la puerta no solo a los libros del canon que el ministerio le comprará a editoriales, ávidas de retomar una histórica relación suspendida durante cuatro años por la gestión anterior, sino también toda la información, las imágenes, los textos, los tutoriales, las películas, los documentales , las series, etc, etc, que les ofrece internet.
¿Por qué entonces comprar libros y no armar conexiones y proveer de computadoras? ¿Por qué insistir agregando nuevas desigualdades, si se podría hacer lo contrario?
Con US$ 4 millones ¿cuántos centros de formación y uso de tecnología podrían armarse para los chicos que no disponen de estos instrumentos en su hogar?
¿Cuál es el propósito del ministerio de sostener una estrategia que ancla a los pobres de las nuevas generaciones en la cultura analógica? Y habría que agregar: y los somete a consumos culturales canónicos muy lejanos a la configuración cultural juvenil. Mientras el mercado provee al resto de los miembros de su generación de los medios que les permiten participar de la riqueza de la cultura contemporánea.
¿Las políticas del ministerio no deberían apostar a la construcción de lazos culturales entre todos los integrantes de la sociedad?. ¿Cómo se sostienen los lazos comunitarios si se vive en mundos distantes, con configuraciones culturales extrañas unas de otras? El ministerio ¿no debería apostar a borrar esas asimetrías y poner todo el ingenio y los recursos para que el acceso a la cultura contemporánea esté garantizada para todos los chicos.?
Además, sabemos por experiencia que el reparto de libros de ningún modo garantiza la lectura de los mismos ni por los docentes, ni por los chicos o sus familias. La importancia de la presencia de libros y computadoras en un hogar resultan del uso que de ellos se hace en estos ámbitos y no de su presencia material.
El ministerio cuenta hoy con funcionarios con una óptima formación académica en temas educativos; ninguno de ellos ignora los argumentos que estoy esgrimiendo. Es más, algunas agrupaciones de base con llegada al ministerio han pedido fondos para armar centros de conectividad para que los chicos de las villas puedan conectarse por este medio a las escuelas y desarrollar sus tareas. Para eso no hubo apoyo, y sí hay fondos para gastar US$ 4 millones en libros ¿qué raro?
Guillermina Tiramonti es Investigadora del Área de Educación de FLACSO Argentina.
Clarín