Anoche, como tantas otras veces me tocó cubrir un evento en el recinto «Carlos Pichirilli» que pertenece al Honorable Concejo Deliberante de Benito Juárez.
La convocatoria del jueves era por un reconocimiento a ex combatientes, y el descubrimiento de una placa por los 40 años del inicio de la guerra de Malvinas.
Nada más ni nada menos, que 40 años de la guerra que marcó un antes y un después en la historia de mi querido país. Quizá fueron mis expectativas las que me jugaron en contra, pensé que el recinto tan hermoso que tenemos los juarenses, iba a estar embanderado con la celeste y blanca, pensé que sería un acto organizado, emotivo, acorde a una fecha que indudablemente no debe pasar desapercibida.
Y me atrevo a hacer esta observación, porque en otras ocasiones, el cuerpo que compone el HCD se ha destacado realizando reconocimientos a vecinos ilustres, y el recinto a estado repleto para ser parte de esta historia.
Ayer, el lugar estaba vacío, frío, quizá la ocasión hubiese merecido una sesión extraordinaria, un acto mejor organizado, ni siquiera se transmitió en vivo, como suele hacerse para los actos importantes. La sensación que tuve fue de informalidad, de reunión de conocidos, todos no sabiendo donde ubicarnos, extraño, reitero, teniendo en cuenta que por lo menos para mí, era un momento importante.
Ocurrió lo mismo en el teatro, poca gente, y cuando se realizó el reconocimiento a los movilizados, no hubo un locutor que mencionara al menos sus nombres, sino que en fila, recibieron un certificado que daba cuenta de su participación en este momento.
Me quedé con las palabras del ex combatiente Daniel Verón, necesitamos «malvinizar», mantener viva la historia, por los soldados que volvieron y por aquellos que dejaron su vida en la guerra y después de ella.
Ayer, creo que no cumplimos con eso, volví con un sabor amargo, con gusto a poco.