La historia de los pueblos no tiene en su recorrido el trazado de un solo y único camino. Su avance, en el transcurso de su historial, se compone de un enjambre de cronologías individuales y de conjunto que le va otorgando una riqueza inmensa de vivencias y transcursos memorables. Ese devenir constante le va acumulando una dinámica colosal, en cuya perfomance nada se pierde, todo se vuelve un contenido de valores que sigue acopiando realidades, anecdotarios y sucesos imperdibles y enriquecedores, que culminan en ese pergamino inagotable que constituye la identidad de cada
sitio, de cada lugar y, en cierta manera, hasta de cada uno de nosotros.
El pasado 17 de abril, un espacio emblemático de nuestra de comunidad, el Molino Guglielmetti, en la actualidad Molino Morixe, conducido por el empresario Noel, llegó a los 129 años de existencia. El ronroneo de su molienda fue una melodía incansable que surcó ese ámbito barrial, detrás de la vía, durante todo ese inmenso tiempo.
Más de dos centenares de familias juarenses tienen, o han tenido, alguna ligazón laboral con el Molino Harinero, lo cual configura un arraigo trascendental en nuestro medio de parte de la empresa
molinera.
Sus orígenes coinciden con la ola migratoria llegada “de las Europas” en los últimos decenios del siglo XIX, aventurando un porvenir dichoso de desarrollo en estas tierras americanas, que se ofrecían exuberantes al resto del mundo que quisiera habitarlas y trabajar en ellas.
Algunos llegaron del Piamonte italiano, del norte de la Península Itálica, con ansias plenas de poder configurar en estas tierras el conjunto de lo que encierra esa palabra que siempre repetimos,
futuro, lo que será, que configura el anhelo y la ambición de lo que se piensa realizar, para lo cual el sueño y el esfuerzo deben marchar paralelos.
Los hermanos Bautista y Dionisio Guglielmetti junto a Cayetano Zibecci y su hermano Ángel, quien estaba desde hacía algunos años en Argentina, fueron los mentores de ese proceso iniciado el
17 de abril de 1893. Eran los pioneros de un emprendimiento que se abriría promisorio de éxito en el marco de un distrito que, estaba construyendo su realidad territorial hacia el sudeste de la Provincia
de Buenos Aires, rodeado de tierras fecundas dispuestas a fortalecer innovadores sembrados, bendecidos por el esfuerzo permanente de quienes avizoraban el empuje industrial, el surgimiento laboral y un desarrollo naciente e impetuoso.
Satisfactoriamente hoy, esta empresa molinera sigue creciendo, con la incorporación de moderna tecnología, ampliando sus instalaciones tras nuevos desafíos industriales y consolidando un enraizado y perdurable ensamble con la comunidad de Benito Juárez, engalanando en el bronce de los sentimientos aquel lejano y visionario anhelo de progreso.