Considero que en todos lados existen “personajes”, con mucha más razón en pueblos y ciudades pequeñas. Los que forman parte de mi infancia me resultan particularmente pintorescos, no tengo idea si con el tiempo van perdiendo la magia o si la fantasía propia de mi imaginación infantil le daba a cada uno de ellos la particularidad de una historia que mesclaba el mito con las anécdotas y que seguramente nada tenían que ver con la razón o el hecho que trasformo aquellas personas en personajes que perduran en el recuerdo de quienes tuvimos la oportunidad de conocerlos.
En esta breve reseña voy a mencionar, sin apellidos, algunos de estos seres con características sobresalientes, en algunos casos acompañados de dichas anécdotas y en otros de lo que me producía su imagen o su presencia.
“Saturnino”
El loco Saturnino, como se lo conocía popularmente, tenía todo tipo de particularidades y características. Pero dos sobresalientes: Una era pintoresca y jocosa, pero la otra era totalmente opuesta, oscura y desagradable. Su aspecto se caracterizaba por el cráneo rapado, la mirada desafiante, una voz ruidosa al borde del grito y siempre, tanto invierno como verano, botines de abrigo y sobretodo. El lado oscuro de Saturnino era su relación conlas mujeres y el sexo, muchas historias que no me constan lo dejan mal parado y su obsesión por el sexo opuesto lo transformó en una persona mal vista de la cual las mujeres evitaban el contacto. Se decía que debajo del abrigo era su costumbre tener la bragueta de sus pantalones abierta para mostrarle el miembro a las jóvenes que huían despavoridas dejando atrás las carcajadas de Saturnino. Una de las tantas anécdotas al respecto cuentan que acostumbraba interpretar los versos de una canción de moda en aquella época que decía “mira que cabeza loca, poner tus ojos en mi” solo que Saturnino cantaba la primera estrofa, “mira que cabeza loca” mientras agitaba con la mano su pene! Muchas de estas situaciones lo llevaron a obtener el rechazo social, la internación en pabellones psiquiátricos y algunas detenciones policiales. Pero lo peor era el repudio y no sé si fue esa la razón o la lucha con sus demonios internos lo que lo llevo a tomar una decisión extrema, como no podía ser de otro modo, acompañada de la correspondiente anécdota. Un día como tantos, pero muy especial para él, Saturnino recorrió los lugares donde algunos pocos le daban atención y algo de respeto. Así llego al bar de El Gallego para comunicarle que pasaba a despedirse, cuando el bolichero le pregunto dónde pensaba ir Saturnino con su impronta le respondió “a Necochea”, te vas de veraneo? Le dijo el gallego sonriente, teniendo en cuenta que era pleno invierno “no, voy a tirarme del puente” respondió Saturnino. “A bueno, que te valla bien” le retruco el gallego pensando que era una más de sus tantas ocurrencias, se dieron la mano y el loco se fue. Dos días después llegó la noticia que sacudió la monotonía del pequeño pueblo, habían encontrado el cuerpo de Saturnino flotando en el Rio Quequén.
Foto ilustrativa