Rosso aseveró que “siempre me sentí fortalecido, siempre dormí tranquilo, porque sabía que esto iba a llegar. Y porque tenía que llevarle tranquilidad a mi familia, a mis allegados, mis compañeros, porque esto le pudo haber tocado a cualquiera, fui consciente de eso y me mantuve con templanza”.
“Siempre creí que en la justicia hay buenos profesionales y en algún momento tenían que llegar, que los jueces iban a ver las pruebas, que iban a escuchar a los padres, a mí, a los niños. Y hoy estoy muy bien”, expresó.
Rosso, ante la pregunta de por qué creía que le había tocado vivir esta situación, en la que incluso llegar a estar preso en el Penal de Barker durante un año, durante la espera de la elevación a juicio de la causa, dijo que “la explicación la encuentro en las estadísticas, porque esto no fue un caso aislado. En una ciudad chica como ésta no había llegado a una instancia tan heavy de una privación de libertad, ha habido otras denuncias, pero por ahí los padres recapacitan o la institución actúa mejor y logran evitar meter preso a un docente, por nada”.
“Desde el 2000 se han incrementado las denuncias a docentes, hay muchos docentes vulnerados en el país, ahora formo parte de un grupo de WhatsApp y hay más de 50 que estamos en ese grupo, y debe haber muchísimos más que están solos, en banda, sin la suerte que tuve yo de tener una comunidad respaldándome”, aseguró.
El docente agregó que “no creo que la gente me haya salido a defender porque me conoce, o porque mi familia es del ámbito de la educación, sino que esto generó un impacto muy grande, porque las pruebas son contundentes. Y sé que esto va a seguir, no terminó, porque el fiscal y el abogado de la otra parte, apelan, pero yo estoy muy seguro”.
Luego apuntó al accionar de la justicia, que según entendió, “hubo mala praxis en distintas etapas, no solo a nivel judicial, sino desde el vamos, desde la familia. Igual, lo de ellos es menos grave que lo del fiscal (en referencia al Dr. Ignacio Calonje), que tiene todas las herramientas, la capacidad intelectual, un sueldo muy grande, para hacer su trabajo bien. Y la institución educativa (Jardín 901) a la que yo había ingresado hacía dos clases, también tuvieron responsabilidad, aunque no en el mismo grado”.
“Hay que prevenir estas situaciones, se tendría que haber tenido en cuenta que la denuncia era de una familia complicada, con antecedentes en otras instituciones. Yo no los conocía, no conocía a nadie en la institución. Después me empecé a involucrar y las docentes del jardín me comentaron de la relación con la familia, y era complicada. Había violencia intrafamiliar y esto dicho por ellos mismos”, recordó.
“EN LA CÁRCEL HASTA DÍ CLASES DE TEATRO”
Respecto de su paso por el penal de Barker, durante alrededor de un año, mientras duraba la instrucción del expediente en el que estaba acusado, a cargo del Fiscal Calonje y por disposición de la Jueza de Garantías, Stella Maris Aracil, Rosso dijo que “me salvó el instinto de supervivencia, todos sacamos fuerza y energía que no se sabe de dónde sale”.
“El momento de más desconsuelo fue cuando me dijeron que me iban a trasladar al Penal, porque antes estuve dos meses en un calabozo en Juárez, sin luz, sin agua, sin nada. Y Barker no es una cárcel de las más complicados”, y respecto de cómo fue recibido y tratado, teniendo en cuenta que el delito que le endilgaban es el más repudiado por la población carcelaria, aseguró que “hasta los policías, los carceleros, había un aire de que todo el mundo sabía que yo era inocente. Hasta los propios presos me decían que era un ‘perejil’. Los que están privados de su libertad, conocen más que nadie el ‘paño’ y conocen a gente que se ha mandado semejantes aberraciones. Es raro, pero sentía con un halo de protección, porque se corrió rápido ‘la bola’ de que era un perejil”, recordó.
“Me lo tomé como un viaje al interior de las entrañas de nuestra sociedad. Tomaba notas, leía libros, trataba de sacar lo mejor de ese lugar nauseabundo. Pero la que está ahí es gente, que merece una segunda oportunidad. Siempre traté de ser desprejuiciado, y hasta di clases de teatro. Me sentí fortalecido y sentí que podía aportar mi granito en ese lugar”, amplió.
En relación al accionar de la justicia, opinó que “el fiscal sentó un mal precedente, y mi caso viene a demostrar que no puede pasar algo así. Creo que ahora va a haber ojos que van a estar atentos, porque todas las semanas sale un caso de un docente, que en general son varones, de materias especiales, y el prejuicio y el temor se agigantan más”, y apuntó nuevamente contra Calonje, “porque hizo muy mal su trabajo”.
Rosso reconoció que “mi mayor angustia era ver a mi familia atravesando por esto. Yo tenía que estar bien por ellos, mis viejos, tengo hermanos chicos, primos, sobrinos, a mi abuelo que lo perdí en todo este proceso. Ya era grande y esto lo terminó de matar, es así”.
“Me centré en demostrar que esta locura tenía que terminar. Y no podía estar la gente organizando marchas, eventos culturales y yo moqueando en un rincón. Necesitaba estar fuerte, y que cuando me fueran a ver al Penal, me encontraran fortalecido”, sostuvo, para luego remarcar que “nunca temí que el resultado fuera otro”, que su absolución.
“El fiscal investigó mal por prejuicio. Lo mismo que los padres, que ellos mismos dijeron que tuvieron alguna cuestión con abuso sexual en su infancia, que tienen problemas de violencia intrafamiliar, que los niños vienen diciendo que hay cosas que no están buenas en su casa. Creo que ellos mismos se creían que este hecho sucedió, porque quisieron tirar toda su historia previa y sacarla afuera. Es como que ‘le tiramos toda esta mierda a este tipo y trato de sanar lo que me pasó en la infancia’. Esa es mi hipótesis de porqué lo hicieron. Pero el fiscal, que está capacitado, que tiene estudios, que tiene miles de causas…, ahí estamos complicados”, reflexionó y subrayó que “la culpa máxima es del fiscal, él tiene que impartir justicia”.
Insistió en que cree que la familia denunciante “no tenían nada personal conmigo, evidentemente estaban intentando, quizá, hasta pedir ayuda. Incluso, los padres, después que me hacen la denuncia a mí, se separan, ya venían separándose. Hay que hacer el trabajo para los dos lados. Ante denuncias de estas características, que se investigue a las dos partes, porque de la otra forma, es sacarse de encima el caso”.
Consultado por el apoyo que inicialmente le brindó la Agrupación 1 de Octubre a los padres del menor involucrado en la denuncia, y que luego no los asistieron más, Rosso dijo que “de Griselda Altamirano, ya sabemos todos en Tandil de quién se trata, ella agarra casos polémicos, se los sube en su mochilita, los hace propios y si ve que le sirve, los agarra, y si no, como en este caso vio que no le servía, los dejó de lado a los padres”.
Si los tuviera enfrente a los padres que lo denunciaron, no les diría nada, aseguró, porque “ellos son igual de víctimas que yo. Ellos sufrieron abusos de niños, y violencia familiar. Es una familia frágil y vulnerable. No les echo la culpa a ellos. A mí me arruinaron la vida un poquito, un período, pero a sus hijos les están tirando su mala experiencia”.
Finalmente, dijo esperar volver a la docencia, aunque en esta primera etapa, “quizás no con niños tan pequeños, pero solo por dejar pasar el tiempo, no porque tenga miedo ni nada”, y contó que, en algún momento, tras la declaración de su inocencia, pensó en abandonar la ciudad, “pero mirá si me iba ni bien me daban la libertad y daba lugar a que piensen cualquier cosa. Yo no quiero huir de lo que me tocó. La mejor forma de dar batalla es hablar, dar la cara, porque si dejas el lugar en blanco, te lo llenan como ellos quieren. Lo que me pasó, no es una pavada, son causas importantes y se tienen que analizar a fondo, hay que tratarlo con cuidado, porque hay niños en el medio, deben tomárselo con responsabilidad, profesionalismo e involucrarse en estas causas”.
Fuente: ABC Hoy