Quizá con la ilusión que esto no sea una despedida sino un hasta luego voy a intentar hacerlo.
Los diccionarios tienen muchas palabras, pero si tuviera que elegir algunas para identificar a Elena, creo que humildad, generosidad y grandeza serían las más adecuadas.
Pasaron solamente unas horas desde que Ele decidió descansar, y es impresionante en tan poco tiempo, encontrar las muestras afecto y el enorme respeto que se ha manifestado en las redes sociales.
Respeto. Palabra cada día más difícil de encontrar, que, sin embargo, al hablar de Elena Bilbao, abunda.
La diversidad de personas, vecinos y vecinas que se han manifestado con tanto dolor, dejan ver algo muy difícil de lograr, pero a la vez tan profundo, que es el haber pasado, el haber atravesado tantos corazones y vidas. Sin distinciones.
Ni académicas, ni sociales, ni económicas, e incluso, ni políticas. Porque respeto, mata grieta.
Elena nos atravesó transversalmente como una flecha al corazón que deja marca para siempre.
A veces, nuestro egoísmo sano, ese que nos lleva a querer tener eternamente a las personas que amamos, quiere retener en vez de soltar.
Pero hay corazones que ya dieron todo acá abajo; hay corazones que necesitan otra dimensión para poder expresarse en su totalidad.
Hay vidas que son hasta los 80, otras hasta los 20 y la de Elena fue hasta los 66. Y los vivió profundamente, los exprimió.
Formó junto a Luis un familión; plantó sus árboles y plantas; regó de palabras y notas infinidad de cuadernos, y sobre todo además, siempre generosa, dejó semillas en cada clase, en cada charla, en cada oportunidad que tuvo, en cada institución o persona con quien se cruzó.
Siempre con ganas de saber y aprender, porque nunca dejó de hacerlo.
Me daba vergüenza, estos últimos días conversar con ella y que me pegara semejante paseo contándome con lujo de detalles el enojo que tenía con las elecciones en Estados Unidos y Trump, las repercusiones en América Latina y por supuesto todo lo que pasaba en nuestro país.
Preocupadísima por no estar para cumplir su tarea de Concejala de la que estaba muy orgullosa, preguntando, siempre generosa y sincera, uno a uno por cada compañero y compañera de militancia, por sus familias…
Deja Elena, sin duda un camino a seguir. De ideas e ideales que marcan un rumbo, un modo de sentir y hacer.
Primera para trabajar y hacer. Ultima para recibir. Siempre en silencio.
Tuve el enorme privilegio de ser su amigo, su compañero; de poder compartir horas y horas de radio en nuestro querido programa Nunca Menos, de charlas, de sueños y luchas, también algunos enojos y desencantos que nos hacían más fuertes para poder seguir caminando juntos.
Le agradezco profundamente a la vida semejante regalo.
Ayer, sin darme cuenta le mandé un mensaje a su teléfono.
Tardé en reaccionar, hasta que me di cuenta que ahora su voz dulce, siempre amable, ya está para siempre conectada directa al corazón, en cada pensamiento y en cada paso.
Te voy a extrañar de una manera increíble.
Gracias Ele.
Gracias, Gracias, Gracias.
Hasta luego amiga y compañera querida.
Gustavo, o Toto, como me decías siempre vos.