Este 27 de octubre se cumple otro aniversario de la muerte del Ex presidente Kirchner. Del inesperado fallecimiento del santacruceño Néstor Carlos Kirchner, en aquella mañana de un domingo de Octubre del 2010, en que se realizaba el censo nacional.
“Es posible que no sea candidato, o mejor dicho que no le alcance el envión entre los sueños solapados del presidente Duhalde, las encuestas optimistas de De la Sota, la coincidencia de los poderes con Reutemann, las infinitas “re-reelecciones” de Menem, el caradurismo simpático de Rodríguez Saá. Desgarbado, lungo, de palabra directa, está último en esa lista, cuando cada tanto viene del sur para exigir elecciones ya. Para decir que va por adentro o va por afuera pero no va a entrar en ninguna trenza. Lo converso con mis amigos y el 80 por ciento no lo ubica, lo semi-tienen en algún rincón de las imágenes del consciente pero no del todo. Les digo que es el fantasma de la tendencia que vuelve volando sobre los techos y sonríen como si les hablase de una película que no se va a estrenar nunca porque falta pagar el master.” Este texto suena como misteriosamente premonitorio. Pertenece a un artículo del politólogo Nicolás Casullo, titulado “el hombre que viene”, podríamos agregarle “del sur” y fue escrito en el 2002, cuando el país era todavía una aventura riesgosa y un candente desafío para quien se animara a tomar su timón.
LA PROPUESTA DE OTRO PARADIGMA
Parecía una quimera. Desarrollar un proyecto político, llevar adelante una gestión de gobierno para consolidar un modelo diferente de país a partir de una escaso 22 % de los votos era un horizonte utópico. Asumió como Presidente de los argentinos, fundamentalmente, por el consenso del anhelo de una necesidad de cambio y de la esperanza generalizada de recuperar un rumbo como Nación. Fue una convocatoria a los valores y las fortalezas más esenciales de la gente, del pueblo, de ese país todavía dolorido por tantos despojos: “Vengo a proponerles un sueño: reconstruir nuestra propia identidad, como pueblo y como Nación. Quiero una Argentina unida…quiero un país más justo”, sintetizó durante su discurso inaugural.
Era lo menos que podía pedirnos. A partir de esa primera condición todas las convicciones iban a ser realizables. La política, como ese inmenso universo desde donde es posible construir un designio distinto, no era una ficción. La política sería el centro, el eje, la idea obsesiva y el plataforma, desde la cual la Argentina podía transformarse. Néstor Kirchner, de una época dura y heroica traía un Peronismo pragmático, de su visión keynesiana una tozudez visualizada en la economía política, de la frustración del “que se vayan todos”, la firmeza de penetrar hasta el núcleo en la transformación social, de su estilo frontal y el sentido de oportunidad, la épica de cambiar el paradigma de la ejecución de la misión política.
Cambió la utopía, lo que no tiene lugar posible, en una “topia”, el lugar realizable, la Argentina que tenía la posibilidad de reconstruir su destino.
EL PAÍS POSIBLE
Era también su sueño de país esa aspiración de un modelo de inclusión, donde todos deberían tener un lugar. En aquel 2003, el primer desafío era recuperar la confianza y fortalecer la soberanía. Era fundamental reasignar recursos, reestructurando la deuda que sometía el país al mundo financiero e impulsar la manufactura industrial y restablecer el crédito al sector de la producción primaria. Recomponer la inversión pública en 3,5 % de PBI. Impulsar las convenciones colectivas de trabajo, equilibrando rentabilidad y poder adquisitivo, objetivo esencial para regenerar el ordenamiento social. Posicionar al país, política y económicamente, en la regionalización del Cono Sur.
La refinanciación del 89 % de la deuda de las Provincias con el Tesoro Nacional, potenciando la reinversión en las economías regionales, fue un paso excepcional, para movilizar al interior del país. Aplicó el fomento tributario y crediticio para las Pymes, abriendo un caudal extraordinario a los pequeños emprendimientos, propiciando su crecimiento en escala y competitividad. Un dato relevante, lo dio la redistribución del ingreso que subió siete punto llegando al 42 % en participación global. Re-nacionalización de los Fondos Previsionales, ampliando su alcance en más de 2 millones de beneficiarios, que en su mayoría habían sido descartados del régimen previsional.
En este 27 de octubre, a once años de su muerte, esta enumeración de hechos, representa solamente, algunas de las tantas iniciativas que abrieron un camino de realizaciones, de transformación hacia un país posible. En cierta oportunidad, Néstor Kirchner hizo suyas las palabras del poema de Joaquín Enrique Areta: “quisiera que me recuerden sin llorar ni lamentarme, quisiera que me recuerden por haber hecho caminos, por haber marcado un rumbo, porque emocioné su alma…” Si, precisamente por eso, su recuerdo perdura y porque su actitud y osadía, significaron un fecunda oxigenación del universo de la política en aquellos primeros y aciagos años del nuevo milenio que comenzaba a desplegarse.