Los precios internacionales de los granos se ubicaron en valores que no se veían desde 2012, lo que promete una inyección importante de divisas para el país y una mejora en la rentabilidad para los productores. Sin embargo, y a pesar de la bonanza en las cotizaciones, los agricultores argentinos cuentan con una serie de limitaciones y riesgos que no tienen sus competidores regionales, que los lleva a un dilema a elegir cuál es la mejor estrategia de comercialización.
El productor argentino no recibe el “precio lleno” de los granos que vende, sino solo una parte, que en general, es menos de la mitad. O sea, si la soja cotiza por encima de los USD 600 la tonelada, el agricultor cobra en pesos y solo percibe el 37% de ese valor debido al cobro de retenciones y a la brecha cambiaria. Pero, además, hay que sumarle cuestiones macroeconómicas, como la inflación, los desequilibrios cambiarios y la poca confianza existente en el peso, que ha perdido su condición de reserva de valor.
“Los altos precios actuales que se ven en casi todos los granos generan la posibilidad de hacerse muchos pesos. Y la pregunta es qué hacer con esos pesos en la Argentina” (Teo Zorraquín)
Para Teo Zorraquín, socio de la consultora Zorraquín, Meneses y asociados, el productor venderá la soja necesaria para cubrir sus gastos y realizar las inversiones previstas, pero que el gran limitante a la hora de comercializar su producción es el peso y su constante pérdida de valor. “Los altos precios actuales que se ven en casi todos los granos generan la posibilidad de hacerse muchos pesos. Y la pregunta es qué hacer con esos pesos en la Argentina”.
El analista explicó que el productor “no solo mira si es buen o mal momento de vender en función de los precios, sino que también se pregunta cómo hago para que esa plata, que se llama pesos, que es una moneda solo de transacción y pierde valor, no me queme en las manos. Entonces, lo que estamos viendo es que, más allá de los precios, los granos se venden en función del destino que tengan”. Ese destino, según marcó Zorraquín, puede ser el pago de arrendamientos, la compra de insumos para la campaña que viene, realizar algunas inversiones que estaban atrasadas, o cambio de maquinaria y camionetas y también la compra de los dólares financieros.
“Quizás no suene muy sofisticado, pero una buena parte de los granos se van a ir vendiendo a la medida de las necesidades financieras del mes a mes. <b>No parece, en la teoría, la mejor alternativa porque la devaluación que se está produciendo es más lenta que la inflación”</b>
Pero una parte no menor de la cosecha, se quedará en granos y no será vendida. “El grano demostró ser un buen refugio de valor. Quizás no suene muy sofisticado, pero una buena parte de los granos se van a ir vendiendo a la medida de las necesidades financieras del mes a mes. No parece, en la teoría, la mejor alternativa porque la devaluación que se está produciendo es más lenta que la inflación, y porque, si bien hasta ahora lo que han hecho los granos fue subir, pero en algún momento van a bajar”.
“Creo que esos granos se van a ir guardando hasta que el mercado empiece a dar señales bajistas fuertes y, en ese caso, se acelerará la venta, pero mientras tengamos precios sostenidos y un destino del dinero en pesos que hay que elegirlos con cuentagotas para no quedarse con pesos en la cuenta, la estrategia va a ser combinada”, concluyó.
Captar ganancia
Por su parte, el responsable del Departamento de Economía de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), Matías Lestani, señaló que los productores hoy están captando ganancia por los buenos precios liquidando su stock, sobre todo los que conservaban granos de la cosecha anterior para poder pagar obligaciones y hacerse de insumos para la campaña que viene, pero que a partir de agosto esta situación puede cambiar.
“Habiendo liquidado la suficiente cantidad de grano, sobre todo de soja, el productor no va a liquidar más para quedarse con los pesos, porque hay un proceso de devaluación constante” (Matías Lestani)
“Con este precio de soja, el productor que se la guardó lo que va a tratar de hacer es captar ganancia lo más rápido posible. O sea, a estos valores va a vender, se va a calzar en insumos para la próxima cosecha y va a cerrar alquileres. De hecho, esto se nota en la aceleración de liquidaciones y pisa los costos de las próxima campaña. El remanente de eso puede ser destinado a equiparse, a comprar una camioneta o renovar la maquinaria”, explicó Lestani a Infobae.
Para el especialista, lo que va a pasar después es que “habiendo liquidado la suficiente cantidad de grano, sobre todo de soja, no va a liquidar más para quedarse con los pesos, porque hay un proceso de devaluación constante. Esto quiere decir que a partir de agosto se va a empezar a notar que se va a resentir bastante la liquidación”.
Infobae.com