Nelson Valente, director de la versión local de «Jauría», la pieza de teatro documental del español Jordi Casanovas construida con testimonios del juicio a los cinco integrantes de «La Manada» por una violación grupal, que este jueves se estrena en El Picadero, consideró que «la obra sirve para reflexionar hasta dónde podemos llegar como sociedad en la revictimización de las víctimas».
«Este material te hace pensar no solo en que estos violadores en manada pueden ser cualquiera, que la violencia es para cualquiera y que la ejerce cualquiera, sino sobre cómo volvemos a victimizar a las víctimas porque detrás del relato sobre la violación tenés a los abogados y la justicia que las revictimiza. Por eso cuando Sebastián Blutrach me acercó el material me pareció necesario», resaltó Valente («El loco y la camisa», «Sólo llamé para decirte que te amo») en diálogo con Télam.
Es 7 de julio de 2016, durante las fiestas de San Fermín en Pamplona, España. Ellos son cinco; y comparten un grupo de WhatsApp llamado «La manada». Son las tres de la mañana y se ofrecen a acompañar a una joven que pasaba por ahí hasta su auto, estacionado en las afueras de la ciudad. Sin embargo, en el camino, uno de ellos accede al palier de un edificio y llama al resto. Toman a la joven y la meten dentro.
El relato, que encarna la pesadilla de cualquier mujer, ocurrió y conmocionó a la sociedad española y al mundo.
«Jauría», la obra de Jordi Casanova, fue creada a partir de las transcripciones del juicio realizado entre 2017 y 2019, con fragmentos de las declaraciones de los acusados y la denunciante publicadas en varios medios de comunicación.
«Me gusta mucho la definición de una autora mexicana que se llama Sabrina Berman («Los ejercicios fantásticos del yo») que en una nota dijo que el teatro «es el lugar donde la tribu se reúne a la noche para discernir sus conflictos».»
NELSON VALENTE
«A veces voy al teatro y el texto me parece inverosímil. Acá no podía creer las cosas que decían a pesar de ser testimonios transcritos de un juicio que Jordi cortó y pegó, no agregó una palabra. Es muy fuerte descubrir que una persona puede decir esas cosas y te da una dimensión de lo que nos pasa como sociedad», resaltó Valente sobre la pieza que protagonizarán Vanesa González, Martín Slipak, Gustavo Pardi, Gastón Cocchiarale, Lucas Crespo y Julián Ponce Campos.
El director y la protagonista conversaron con esta agencia:
Télam: ¿Cómo les llegó la propuesta?
Nelson Valente: Sebastián Blutrach (productor de la pieza y dueño de Teatro El Picadero) vio la pieza en España y le pareció un material necesario. Me contó de las repercusiones que tuvo y pude viajar a verla a un festival en Uruguay. Me interesó lo que pasaba con el público, yo ya había hecho una obra de Jordi Casanovas en México, “Idiota», y él me interesa como autor, cómo toma temas sociales y los pone sobre el escenario.
Vanesa González: Cuando Blutrach me invitó a formar parte pensé en una violación en escena y me dio mucha impresión, me parecía que podía llegar a ser algo que no estaba tan bueno, pero cuando leí la obra me pasó que, por cómo está construida, con testimonios estructurados en una suerte de edición, distaba mucho de la idea de golpe bajo que podía imaginarme. Y me parece que es un material que hay que contarlo, hablar de eso.
T: ¿Cuál fue la experiencia con el público en España?
NV: Tiene una repercusión enorme, viene llenando desde el estreno y sigue siendo un suceso. Allá estuvo el caso real que vivió la sociedad española y la obra es necesaria para que el público se encuentre con ese material en otro ámbito. Pero en Uruguay al público le pasaba lo mismo que a mí: se sorprendía de lo que estaba viendo como si fuese ficción y cuando terminaba decías «esto pasó».
T: ¿Cambia la forma de trabajar al abordar un texto de no ficción?
VG: Sí. Bastante. Si bien se trata de una obra de teatro, no hay nada ficcionado y la propuesta de Nelson no pretende construir personajes ni hacer escénico lo que uno está diciendo sino que está respetado el texto crudo como Jordi lo armó, no hay una palabra de más que no sea testimonio de los protagonistas. Además es un tema muy delicado porque se está luchando mucho para que estas cosas acaben. Entonces es otra la voz, es desde otro lugar.
T: ¿Cuál creen que es el objetivo del teatro documental?
NV: Me gusta mucho la definición de una autora mexicana que se llama Sabrina Berman («Los ejercicios fantásticos del yo») que en una nota dijo que el teatro «es el lugar donde la tribu se reúne a la noche para discernir sus conflictos». Me parece que en esta obra eso se da más que en ninguna otra, que es importante para eso, para que podamos contar un cuento y, a través de ese cuento, pensarnos un poco.
VG: El otro día me preguntaban si creía que esto podía ser más efectivo para escuchar algunos reclamos de las mujeres y yo pienso que, en ese aspecto, el teatro por ser el arte que enfrenta la humanidad con la humanidad, tiene otro valor donde uno puede ver ese espejo muy claro. Me parece que el teatro documental empieza a cumplir otra función en estos lugares y devuelve otro valor al teatro que, a veces, en distintas épocas o cuando suceden cosas como el Covid, pareciera que hay ciertos espacios que van a desaparecer y cuando tratan este tipo de materiales te das cuenta el valor fuerte de la voz del teatro, de cómo puede llegar a las personas desde otro lugar.
T: ¿Creen que puede ser una herramienta para acercar el tema con un tratamiento distinto al que le dan los medios?
NV: Cuando vemos las tapas de los diarios o noticieros, con la cantidad de información que hay y la poca credibilidad que tienen los medios, los temas pasan. Cuando el teatro aborda un tema como este y pone la lupa en una situación de violencia, uno lo mira y reflexiona de otra manera.
VG: Yo creo que puede colaborar porque hay algunas noticias que se transforman en un material morboso, en la repetición te das cuenta, en la búsqueda de mantener el tema en tapa como sea. El teatro en este caso puede hacer una especie de golpe. Esta obra es muy cruda y puede colaborar a que se desnaturalice todo esto. Hace unas semanas en Rosario sacaron a una chica de una fiesta de 15 drogada y la violaron entre cinco pibes. Hay algo muy arraigado ahí muy horroroso y que tiene que parar.