Un año atípico por donde se lo mire que tendrá sus relatos en primera persona cuando pase el tiempo, inimaginable e impensado por donde se lo mire pero que de alguna manera nos hemos ido acostumbrando a esta situación que a veces nos duele y entristece.
Pero cómo siempre están ellos, los que idean cosas lindas para que sus momentos sean alegres, de alguna manera fueron el nexo niño- docente, porque los más peques no pudieron salir de sus casas por el lapso de muchos meses para cuidarse de este bichito (cómo lo llaman ellos) que anda por la calle, al que no le tienen miedo sino respeto, escucharlos hablar es de verdad una lección para los adultos que resultamos ser los desorejados de esta situación.
Esos adultos ayer les regalaron un momento mágico, lleno de color y de bocinas que hicieron ruido en la tarde soleada de la ciudad, los Egresados 2020 del Jardín de Infantes 901, Rosario Vera Peñaloza disfrutaron de un festejo sobre ruedas porque en caravana celebraron graduarse de su jardín.
La familia en general se sumó a la propuesta porque estaban los tíos, los abuelos y alguno más que se sumó, con el distanciamiento del caso y respetando las normas de seguridad esperaron en sus vehículos para poder salir a pasear, verlos encontrarse, saludarse desde lejos y achinar los ojos a modo de sonrisa fueron algunas de las postales que nos dejó esta emocionante tarde.
También estaban ellas, sin sus guardapolvos pero con detalles que la hacían sobresalir sobre el resto abrasándolos desde lejos, regalando sonrisas y manos al aire con una alegría indescriptible de contar porque también necesitaban encontrarlos, sorprendidas de cómo crecieron y hablándoles a la distancia.
La música llegó después de las 15 horas, ya estaban todos los autos preparados para salir cómo en fila india, el bullicio aumentaba a medida que pasaban los minutos hasta que partieron, alegres, cantando, moviendo sus manos y siempre riendo, con miradas cómplices con sus papás que dejaron el título de adultos por un momento.
La caravana salió por la avenida cercana a la institución, algunos se sorprendían de encontrarlos, preguntaban de que se trataba y pararon para que transiten así nadie se perdía en el camino, la fila por la avenida Libertad era interminable casi que no tenía fin y era para ellos.
Las bocinas se perdieron en algún momento pero aún resuenan en la memoria de los niños y niñas que estuvieron acompañados, apoyados y abrazados de otra manera, no habrá medallas ni entrega de carpetas pero se llevan algo más lindo, el compartir en familia algo tan especial que se convirtió en un gran recuerdo.