Abordar una reflexión sobre lo que fue el Papa Francisco, posiblemente sea una tarea inmensa, casi sin fin. Escribir sobre él significa disponerse a caminar un derrotero vasto, que se va abriendo, extendiéndose a cada paso, mostrándonos un horizonte de gestos, ideas y manifestaciones que alcanzan e iluminan un horizonte amplio, mundial.
Cumplió desde un ámbito eclesial, como él le reclamó a su clero, mostrándose como “un pastor con olor a ovejas y mucha calle”. Fue la imagen de una Iglesia encarnadamente humana y cristianamente testimonial de una “fe que puede mover montañas”.
Ya la elección del nombre Francisco, en alusión a San Francisco de Asís, nos mostró el rumbo deslumbrante de la gestión que tendría su Papado, el amor hacia los pobres, los humildes y los desprotegidos, la valoración del lugar donde habitamos, la tierra, el medio ambiente, la diversidad de la Creación, como lo expresara el “pobrecillo” de Asís: “hermano Sol, hermana Luna”. Desde el inicio de su misión eligió vivir en un departamento de Casa Santa Marta, dentro del Vaticano, pero no en el Palacio Central ofrecido a los Papas. Prefirió un lugar más simple y de mayor accesibilidad a la gente.
Fue el primer Papa latinoamericano, nacido en Argentina, y también el primer miembro de la Orden de los Jesuitas en asumir esa investidura eclesiástica. Las características del nombre elegido comenzó a ser causa de críticas de los sectores más conservadores de dentro de la Iglesia, tildándolo de “Papa comunista”, al tener una mirada compresiva sobre los más necesitados.
Viajó mucho, estuvo en numerosos y variados lugares, siempre blandiendo el estandarte de la paz, de la hermandad, del agradecimiento por la vida, con una referencia de humildad y amor para quienes menos tienen, rogando por el anhelo de las “tres T”, tierra, techo y trabajo. Propiciando permanentemente la acción evangélica, mediante el gesto de una Iglesia abierta y junto a todos.
Sus mensajes tuvieron siempre presentes a los pobres, los inmigrantes, la convivencia con el medio ambiente y las guerras frecuentes en el mundo. Impulso reformas trascendentales a fin de mejorar y actualizar el funcionamiento del Vaticano, en su devenir interno y su relación con el resto de los países.
Sus Encíclicas, sus escritos y manifiestos ratificaron el objetivo y los alcances de su misión hacia el mundo, hacia los demás, sin restricciones ni desigualdades. Fue un Papa y un Misionero de todos.
Al final del día de la Resurrección de Cristo, el Papa Francisco, se fue sin estridencias, esta vez “haciendo un ruido” místico, dejando esta vida y preparándose para otra existencia que seguramente será también fructífera : LA SANTIDAD!