La centralidad y proyección que tuvieron los sucesos de aquella memorable Semana de Mayo de 1810, lo constituyen en uno de los sucesos más trascendentes de nuestra historia nacional. La decisión de aquellos hombres que comprendieron, categóricamente, que había llegado el momento de transitar los primeros pasos en pos de lograr la libertad de este territorio del Río de la Plata, de la dependencia del poder monárquico hispano, para constituir el andamiaje institucional para que las campañas militares posteriores y la trascendental realización de la gesta Sanmartiniana, completaran el sentido y el mérito de aquel Mayo memorable.
La naciente configuración Nacional, se fue abriendo en una amplitud , que a través de una densa cronología de hechos, alcanzaría a mediados del siglo Diecinueve a consolidarse en nuestra Confederación Argentina, allá por 1853. Logro encomiable, producto de amplias pujas políticas, enfrentamientos de nuestras tendencias internas y de los diferentes liderazgos provinciales. Memorable tránsito hacia esa futura Nación austral, que perpetuó su presencia en un escenario mayor, que nuestros próceres memorables denominaron la Patria Grande.
Un extenso y heterogéneo recorrido, que vuelve siempre a presentársenos como nuestra auténtica historia. A veces herida, otras veces gloriosa pero, siempre real, conmovedora, convocante. Y en medio estamos todos nosotros, intentando que nuestra convivencia no desdiga la noble trayectoria de quienes auténticamente, hicieron patria.
Para que ese majestuoso historial no decaiga, el Mayo de 1810, siempre mantendrá su centro y su imborrable hegemonía en la vastedad de nuestra existencia nacional.