Conmemorando las 129 mujeres que fueron asesinadas en reclamo de mejores condiciones laborales, quisiera que tuvieran hoy la posibilidad de vivir, porque aún cuando nos falta como sociedad, no las olvidamos ni se perdió jamás su lucha. Ni en la historia, ni en la vida.
Porque pelear en la vida,ser mujer y pelear en la vida, es lo que finalmente nos honra a todas, más allá de las banderas.
Cuando pienso en Mujeres, así con mayúsculas, pienso en las Mujeres de mi familia, en los ejemplos cercanos que construyeron mi subjetividad como tal que se presenta al mundo y a la vida. Porque eso somos cada día, mujeres que se presentan y enfrentan al mundo, a la vida afrontando los que sucede más allá de lo que haga Historia.
Cuando pienso en las que conozco, veo las mujeres que se sobreponen a cada dificultad de la vida, solas o acompañadas.
En esas mujeres que perdieron partes de sí, que se sobrepusieron a enfermedades, a perdidas, a tristeza, a no sentirse suficientes, que son pilar de familia, que trabajan, estudian, que buscan la manera todos los días de honrar sus vidas y encuentro en sus cicatrices y su vulnerabilidad la fortaleza que tienen para seguir adelante, esa pelea que “no hace historia” me conmueve siempre.
Esas mujeres que han abrazado su cualidad, han batallando pero jamás se han rendido incluso cuando lo han perdido todo, o al menos eso creían.
Esas, esas que conocemos de toda la vida, de las calles de nuestra ciudad, de las esquinas, de las colas del super, del banco, de vista, esas mujeres que no están en los libros de historia porque no hay páginas que cuenten su historia por qué no hay páginas que cuenten la realidad que vivimos cada una día a día, no hay libros no hay historias no hay banderas no hay movimientos que nos representen a todas a todas las que construimos todos y cada uno de los días la sociedad en la que queremos vivir y nos enfrentamos a ello.
Así que cuando pienso en el Día de la Mujer, pienso en la chica que me cruce en la esquina, en la que sueña con trabajar, la que sueña con estudiar, la que quiere que sus hijos terminen la escuela, la que quiere cenar un día con amigas, la chica del kiosco, la abuela, la nena que sale de la escuela, la tía que espera las flores y la prima que ama los bombones.
Pienso en abrazar a la heroína de todos los días, en vida cotidiana, en su batalla personal y en cuanto quiero abrazarla porque se que a su manera y medida, a cada manera y medida todas hacemos historia, todas las cambiamos y dejamos la huella para que cada una de las que viene en camino sea las semillas más bonita del mundo…
Porque todas somos semilla… a simple vista una milésima unidad de vida en el universo, pero que contiene la potencialidad de ser y llegar dónde quiera, soportar tormentas, ser abrigo, red de contención que sustenta los suelos para nosotras mismas y para los demás si así lo queremos.
Somos semillas que resulten al fuego, al agua, somos la semilla con la posibilidad de alimentarnos y dar oxígeno. Abrazo a todas y cada una porqué con su sola existencia el mundo es un lugar hermoso.