La infancia de Sandro Vega tuvo como escenario al barrio Pachán, en Benito Juárez. Es la ciudad donde nació, allí aprendió a jugar a la pelota y fue a la escuelita de fútbol del profesor Carlos Guevara, quien “era muy bueno -destaca-, nos llevaba siempre a jugar a todos lados”.
Luego llegó el tiempo de sumarse a Villa Lumiere, inolvidable institución donde “hubo grandes jugadores. Lo que pasa es que a la mayoría no les gustaba entrenar, íbamos a las prácticas tres o cuatro. Así y todo ganamos cinco campeonatos seguidos”.
Cuando habla de los primeros pasos en el fútbol, Vega sonríe. De muy chico, intervino en equipos de categorías de mayor edad, siempre de delantero; “comencé en tercera división en Villa Lumiere a los 11 años y a los 14 estaba jugando en primera”.
Recuerda su primera participación en la Liga Regional Tresarroyense de Fútbol, en 1988 como parte del plantel de San Martín de Adolfo Gonzales Chaves, junto a “Amprimo, Mónaco, Jimmy Jiménez, Roggetti”, entre otros. En forma previa, tuvo una prueba en Aldosivi de Mar del Plata y durante seis meses practicó con la reserva de Nueva Chicago, “cuando se encontraba en el club Fruta Marcelo”.
Hace referencia a una prueba en Huracán a fines de la década del ’80, “en el período en que tenía esos equipazos. No quedé”. En 1990, jugó un Torneo Regional con Alumni de Benito Juárez: “estuve en el plantel, casi no entré. Fue una experiencia positiva”. Dentro de las entidades de la provincia, formó parte de Defensores de Juan N. Fernández y El Fortín de Olavarría, donde atajaba Barbieri y también estaban “Grigera, Di Matteo, Esteban González, Torres, Correa, Del Soto”.
El primer club de la ciudad de Tres Arroyos que lo incorporó fue Olimpo. “Me encontraba en Benito Juárez, me fue a buscar José Mario Gastelú, el técnico era Horacio Domínguez y además lo tuvimos como DT a Néstor Di Luca”. Olimpo conformó un gran plantel con “París en el arco, Luna, Moreno, Hidalgo, Taibo. Nombro algunos, pero todos los compañeros se destacaron en su función. Ganamos el Torneo Preparación en 1995 en cancha de Quilmes y en 1997 el Torneo Apertura, otro equipazo”.
En este sentido, explica que “yo había jugado un Torneo Regional en Deportivo Patagones. Recomendé para Olimpo algunos jugadores, se sumó el Cubano Fernández. Un tiempo se incorporaron Eugenio y Néstor Domínguez, después no continuaron. Terminamos jugando con Errozarena, Mársico, Bornaticci, Barragán, Moreno, Hidalgo, Juan Díaz, Manuel Rodríguez de Juárez”.
Al describir los torneos y características de los partidos, subraya que “era otro fútbol. Una época dorada con grandísimos jugadores en prácticamente todos los equipos”.
Retoma su relato sobre Olimpo, donde dejó una huella importante. Habla de una etapa en la que “estaban Sergio Alarcón, Cachito Córdoba que la pedía siempre, el Gatito Moyano, Moreno, Taibo. Moreno jugaba suelto, siempre me maravilló. Arriba Hidalgo y yo. Después vino Pato Tassey un campeonato”.
Anécdotas
Sandro Vega, conocido en su ciudad como “Tolo” y en Tres Arroyos como “Toro”, comparte vivencias. “El año en que salimos campeones con Olimpo le ganamos a Independencia en su cancha 3 a 2. Cuando íbamos hacia Chaves se nos rompió el colectivo en la ruta, lo pararon en la banquina ‘¿Quién va a buscar agua?’, preguntaron. Había un molino a 200 metros, en un campo arado. Carlitos Balcarce me había regalado unos bolcegos, dije ‘yo voy’, me los puse y fui. Llené dos bidones. Ese día hice los tres goles”, comenta.
Es una tarde en que se sentía “iluminado”. Cuenta que “en una jugada empecé a encarar, yo no sabía -me di cuenta al verlo después por televisión- que llevaba a un rival a la rastra, lo pasé al arquero Caputo e hice el gol”. Y agrega que “después le ganamos a Boca y salimos campeones, íbamos 1 a 1 y convertí el último gol”. Surge en la memoria otra situación risueña. “En un partido de Olimpo ante Huracán, Horacio Domínguez le dijo a Alfredo Mársico tu misión es que Franklin Martínez no juegue. En un momento, veo que Franklin estaba tomando agua y Alfredo al lado de él, no lo dejaba solo ni un segundo”.
Muy bien acompañado
Tiene una idea acerca de la cantidad de goles que convirtió, no el número preciso, pero sí aproximado. “Más de 300 goles en todos los años que he jugado”, señala,
Al respecto, pone de manifiesto que “es cierto que es mucha cantidad, pero en la mayoría de los casos me hicieron convertir. Si no tenés gente que te haga llegar bien la pelota al área es muy difícil, después hay una virtud de uno en aprovechar las oportunidades. Siempre estuve muy bien acompañado, en Olimpo por el Negro Moreno, Hidalgo; en El Nacional Marquitos Moreno; en Villa cuando estaba Nani Ozcáriz; en Huracán varios integrantes del equipo. Menciono algunos compañeros, hay más por supuesto”.
Otro aspecto que considera relevante es que “podes tener muchas individualidades que te marcan una diferencia, pero si no está el grupo armado no te llegas a consolidar. Un buen grupo es el que te da los campeonatos”. Observa que “en Olimpo éramos unidos. Sergio Alarcón había jugado en todos lados, Cacho Córdoba tenía mucha experiencia, París había atajado en Independiente. Nos gustaba estar siempre, hemos jugado lesionados, no queríamos salir nunca”.
Dentro de los grandes colegas futbolistas hace referencia igualmente a “Leo Gómez, Pitufo Quintana”. Durante la entrevista, cada tanto hace una pausa para nombrar jugadores.
Experiencias valiosas
Luego de desempeñarse en dos torneos regionales en Deportivo Patagones, en 1995 y 1996, club donde se encontraba Guillermo Sauce, fue convocado por Roberto Bottino para incorporarse a Huracán. “Ese año no alcanzamos a clasificar”, indica.
Retornó a Olimpo, estuvo en El Nacional en 1999 y posteriormente, tuvo la alegría de integrar el plantel de Huracán en el Torneo Argentino A, que “fue un suceso para la ciudad de Tres Arroyos. La gente acompañaba mucho, había gran cantidad de jugadores que venían participando en la Liga local como Loustau, Díaz, Schmidt, Guevara, Leo Gómez, Lucho Irigoyen, Franklin Martínez, Claudio García, más los refuerzos. Llegaron entre otros los hermanos Dragojevich, Abad, Izquierdo, un notable equipo. Con Hugo Tenaglia de técnico”.
En el año 2000, jugó un torneo regional con Villa del Parque, junto a “Pitín Román, Fity Casado, Ielmini, Zapatilla Rodríguez, Gusty González”. Además fue uno de los refuerzos de Cascallares, cuando la entidad ascendió a Primera. “Concretamos este logro, tan esperado por el pueblo, en cancha de San Martín”, expresa Sandro Vega.
Una consagración deportiva inolvidable fue el campeonato con El Nacional en 2002, en una definición por penales con Independencia. “Luis Serra había armado de una manera muy inteligente el equipo y estábamos bien entrenados. Independencia tenía un excelente plantel, íbamos perdiendo 3 a 1 cuando faltaban tres minutos, tuve la suerte de hacer otros goles e igualamos. Ese partido hice los tres goles y el penal en la definición; nosotros metimos todos y lo erró el Gallego Del Río”, rememora.
Dentro de los clubes que lo recibieron, valora la posibilidad de defender los colores de Once Corazones de Indio Rico, también en un encuentro regional.
Tras ser parte de Huracán Ciclista en un Torneo Preparación, regresó a Villa, en ocasión en que “el técnico era Sergio Amestoy. No olvido cuando tenía fisurada una costilla, yo pensaba que era un desgarro muscular. De rival estaba Huracán y Amestoy me dijo que tenía que estar en el banco; íbamos perdiendo 1 a 0, me puso e hice dos goles, empatamos 2 a 2. En una jugada me iba mano a mano con el arquero Dulcich y no pude correr más. Una linda época”.
El retiro
Atlético Monte Hermoso lo llamó, participó pocos partidos, y luego lo sumó nuevamente Villa. “Ya había arreglado todo con Rodolfo Vassolo. Me iba de mi casa a entrenar, mi hija que tenía seis años me dice ‘¡otra vez te vas!. No estás nunca’. Entré a mi casa y le dije a mi señora ‘no juego más’. Tenía 33 años, podía seguir, pero decidí poner un fin, me comuniqué con Rodolfo y le expliqué”, sostiene. Desde ese momento “nunca más agarré la pelota, estaba bien entrenado todavía y me llamaron de varios clubes, pero mantuve la decisión”.
Con gratitud
En sus palabras se percibe el agradecimiento. “Me adoptó la ciudad, hace más de treinta años que vivo acá y ya soy uno más”, expresa. Dice, con énfasis, que “todos se portaron muy bien conmigo”. Una recomendación es tener presente los orígenes: “Siempre le digo a los chicos “vos podes mejorar tu calidad de vida, andar bien en el fútbol o a veces mal, pero nunca te olvides de donde saliste’. Esto te ayuda mucho a bajar un nivel, a tener perspectiva”.
Habla de su caso personal, cuando en los inicios “jugábamos en la canchita con una zapatilla cambiada y nos pasábamos horas en el potrero”. Vuelve a subrayar que “estoy agradecido a la gente de Tres Arroyos” y deja en claro que “dentro de la cancha quiero ganar, si me tengo que pelear con mi hermano lo voy a hacer. Pero después afuera, una vez que pasa el partido, charlas con todos y no hay ningún problema. Lo lindo que te queda es la amistad”.
Bowling, bochas y paddle
Otros deportes en los que Sandro Vega tuvo un desempeño destacado son el bowling y las bochas. “Fui subcampeón argentino individual de bowling y también nos fue muy bien en trío. Jugué mucho tiempo”, sostiene. En bochas finalizó entre los ocho mejor clasificados en el individual de primera. Se encuentra vinculado al paddle, porque “gracias a Dios Huracán me abrió las puertas y tengo la concesión de las canchas hace alrededor de seis años. Estamos tratando de ver si podemos poner alfombra, ir mejorando; todo cuesta dinero”.
Siente respaldo porque “la gente acompaña bien. Hay varias canchas en Tres Arroyos, el sol sale para todos. Tenemos que ir de a poco avanzando”.
La familia
En nuestra ciudad, Sandro Vega formó su familia. Está casado con Virginia y tuvieron dos hijas: Agustina y Magalí. “Voy con mi señora y mis hijas caminando por el centro y empiezo a saludar. Charlo con todos, el fútbol ha generado esta linda relación con amigos, conocidos y con vecinos que iban a la cancha en mi época”, valora.
La Voz del Pueblo