Nos encontramos por la tarde, después de las siete para charlar una vez más sobre su cáncer. Si, suena fuerte ¿no? Hace algo más de un año, también para el mes de octubre y como necesitando llevar una bandera de que las luchas hay que darlas, una vez más quiso dar su testimonio de como superó la enfermedad.
Le había pedido que prepare mate porque mi tarde había estado dedicada al jardín, colocando flores nuevas, organizando canteros, sin querer pensando en todas esas horas previas en darle paso una vez más a la vida. Y con esa sensación llegue a su oficina donde me esperaba con dos mates por estas cosas del 2020 y una bandeja con galletitas.
Tuvimos una charla más informal, la vi más relajada a la hora de hablar porque el grabador estaba prendido, pero no sentía la presión de un micrófono en frente.
Marcía es una mujer dulce, esa es la imagen que irradia, los ojos color cielo y el cabello oro como el trigo de nuestros campos. Sin embargo le pregunté su edad y sin dudar me respondió “45, no tengo problema en decir mi edad”, a lo que rápidamente le dije, “se dice por ahí que las mujeres que no temen decir su edad, no le temen a nada”.
Y vaya si es así, a los 42 años le detectaron un tumor en su mama izquierda, y entre idas y venidas, análisis, biopsias, controles llegó el diagnostico menos esperado, Cáncer. “El diagnóstico lo recibí por teléfono, porque me llamaron para comunicarme que estaban los resultados y le pedí por favor a la chica que me dijera que decía, ella me respondió que era positivo”.
Esquiva su mirada, hace una pausa, llena los dos mates de agua y continúa “yo ya me lo imaginaba, pero es un momento que no te lo olvidas más”.
Como contarles a los seres más cercanos
Asimilar una noticia de estas características debe ser muy difícil, pero tomar coraje para decirles a los seres más cercanos, es de los momentos que marcan un antes y un después, “primero se lo dije a mis padres” por qué Gastón su esposo, estaba con ella cuando le dieron el resultado; “ no se quebraron, me dijeron que todo iba a estar bien, no sé qué habrá pasado después”, reflexiona, se quiebra, y recuerda la mirada de su padre, entiendo yo, por ese amor que tenemos las hijas mujeres hacía nuestros padres nos hace pensar primero en ellos, entendiendo además la fortaleza de nuestras mamás.
Yo creí que el paso del tiempo había hecho que Marcia pudiera contar estos hechos sin emocionarse, que ilusa pensar en esto, porque si bien era ella la que estaba enferma, su corazón de mamá no dejaba de pensar en sus hijos; “me acuerdo que llegué a casa y los chicos estaban poniendo la mesa, entramos con Gastón y les dije que tenía cáncer de mama, mis hijos me respondieron; no te preocupes mamá porque no te vas a morir”.
Hicimos una pausa larga mientras se secaba las lágrimas y siento que no lloraba por ella, lloraba por sus hijos pensando en aquella sensación que tuvo en algún momento de que podía dejarlos solos. En estas conversaciones profundas los silencios dicen más que mil palabras, tomamos otro mate, insistió para que probara una galletita y continuamos hablando.
La cirugía la quimio y la nueva vida
Lo cierto es que no todo termina en un resultado sino que es el nuevo camino a nuevas vivencias que también están llenas de anécdotas. Programación de una cirugía, que se demoró por la obra social, atravesar el momento de quirófano, los miedos, los dolores físicos y del alma. Todos, pero todos esos momentos fueron atravesados a puro coraje visibilizando nada más que la vida.
En ese proceso de curarse el cuerpo, también fue curando su alma “empecé a sacar gente de mi vida que no sumaba, a trabajar menos y disfrutar más, agarrar la bici, y sentir el aire en mi cara, tomar el celular y sacar fotos hasta que me di cuenta que me encantaba y compre una cámara, sacar fotos es inmortalizar momentos, encontré gente maravillosa que no se movió de mi lado y me acompañó. Mi marido fue un sostén enorme, estaba después de las quimio, cuando estaba descompuesta, mis hijos estuvieron ahí, Jonathan cursaba sexto año de la secundaria y además se hizo cargo de nuestro comercio y Ludmila es más chica, le costó un poco más el colegio, pero siempre estuvo ahí”. Hizo un párrafo aparte para su mejor amiga, Vale, que por esas trampas de la vida, está atravesando una situación similar, sin embargo, se acompañan, se apoyan, se escucha, se entienden.
Muchas veces me dijo que sin sus amores más cercanos esto hubiese sido imposible, hasta compraron una moto con su esposo y viajaron a diario a Tandil a realizarse el tratamiento. Ahora pienso que buscaron más allá de este difícil momento para vivirlo como una aventura, abrazar la vida y celebrar la complicidad de sentirse juntos.
Cuando comenzó su tratamiento un día llego a Juárez y se rasuró la cabeza, no quería que el cabello se cayera de a poco “probé con un gorro, con un pañuelo, y no me gustó, me animé a salir a la calle así, fue muy fuerte, pero luego me acostumbré, el pelo crece” me dijo.
Si no te hace click la cabeza la enfermedad no te sirve de nada
Cada seis meses tiene un control, y me confesó que se pone ansiosa cada vez que debe realizarlo, “supongo que debe ser un poco de miedo, pero soy organizada, saco turnos con tiempo y nunca me dejo estar”.
Hoy está sana, cambió su alimentación, hace meditación, reiki, y toma alguna medicación “los medicamentos que me dan son para controlar cuestiones hormonales, la verdad es que envejecen, resecan el cabello, me han acortado la vista, entre otras cosas, pero no importa, quiero estar bien”. Como contrapartida a esta situación espera los próximos meses poder ponerse una prótesis mamaria, “tal vez a algunos le parezca una frivolidad, pero es muy fuerte ver que no tenes nada, solo una enorme cicatriz”.
Y claro que no es menor poder hacerse una cirugía estética, la necesita, porque es más mujer que nunca, porque lo sabe pero quiere verse al espejo así entera, aunque mis ojos la vieron más entera y mujer que nunca sabiendo hacía donde quiere ir, firme, segura, llena de vida, me dijo: “sabes qué después de esa cirugía, me voy a hacer un tatuaje enorme para tapar la cicatriz, voy a tatuarme una Flor de Loto”.
Charlamos un poco más, cuando ya había caído la noche, y me fui de su casa con la sensación de que era un poco más sabía, o que por lo menos debía prestar más atención a lo que profundamente le había entendido cuando la miraba a los ojos y me decía, “porque hacernos tantos problemas donde no los hay, hay que disfrutar más, lo que no podes hoy, por ahí es mañana, hay que rodearse de gente positiva, y hay que agradecer”.
Caminé hasta mi casa, con muchas sensaciones, con las emociones a flor de piel, pensando en ella, pensando en ellas, en tantas mujeres como Marcia Álvarez que le dan pelea a diario a esta enfermedad, llegué curiosa y busque el significado de la Flor de Loto, ¿ y saben lo que encontré? Esto… El significado de la flor de loto en el budismo es la pureza física y espiritual. … Simbólicamente, la flor de loto se asocia con la figura de Buda y con sus enseñanzas, por eso es una planta de carácter sagrado para los pueblos de Oriente.
Cuanta enseñanza por parte de Marcia, por parte tuya que hoy estás leyendo estas líneas y tal vez estás atravesando la enfermedad. Hoy me di cuenta que no estás sola, que no estamos solas, que la lucha es de todas y no tengo dudas de que eso nos hará más invencibles.
Por Lorena Arlán