Cuando era chico, Gustavo Goñi escuchaba los partidos de fútbol por radio en su casa de Benito Juárez, en tiempos en que no había televisión por cable. Sentía ya una pasión que lo vinculaba a este deporte y en silencio, se atrevió a “soñar en grande”.
De adulto, poco a poco, fue logrando un crecimiento personal y un desarrollo profesional que le permitió vivir experiencias inolvidables. La más reciente y única, participar en su rol de representante de Emiliano “Dibu” Martínez en el Mundial de Qatar, con la consagración del seleccionado nacional en el glorioso domingo 18 de diciembre.
Es hijo de Abel Goñi, camionero, y Nélida Andreoli, una maestra que “educó generaciones”. Gustavo relata que “me encantaba acompañar a mi papá. Su segunda pasión era el campo y con el tiempo tuve la suerte de poder tener uno”. Sobre su mamá, señala que “creo que nunca pidió licencia, alguna vez el reclamo mío fue que pasaba más tiempo en el colegio que en casa, comprendí después que es uno de los legados que me dejó. Yo también estoy más afuera que en mi casa, intento a mis hijas transmitirles calidad de tiempo y no cantidad”.
Habla de su hogar con emoción. Describe la tarea docente de su madre, que “educó chicos que con el tiempo fueron grandes personas”. Comparte una anécdota: “cuando se cumplió un año de su fallecimiento, las maestras de Juárez le hicieron un homenaje. Había una persona que mi hermana María de los Ángeles y yo no conocíamos, en un momento pidió la palaba y dijo ‘Nelly fue mucho más que mi maestra de primer grado. Mi papá murió, yo tenía seis años y ella me llevaba a jugar a su casa, a darme amor y contención’. Mis viejos fueron dos grandes ejemplos”.
Habla de su hogar con emoción. Describe la tarea docente de su madre, que “educó chicos que con el tiempo fueron grandes personas”. Comparte una anécdota: “cuando se cumplió un año de su fallecimiento, las maestras de Juárez le hicieron un homenaje. Había una persona que mi hermana María de los Ángeles y yo no conocíamos, en un momento pidió la palaba y dijo ‘Nelly fue mucho más que mi maestra de primer grado. Mi papá murió, yo tenía seis años y ella me llevaba a jugar a su casa, a darme amor y contención’. Mis viejos fueron dos grandes ejemplos”.
Gustavo estudió periodismo en la Universidad Nacional de La Plata, trabajó en el diario El Fénix de Benito Juárez y ganó una beca en Clarín en 1992, donde se desempeñó durante aproximadamente diez años.
Destaca que “mi hermana fue otro soporte importante en mi vida, me acompañó cuando arranqué mi carrera de periodista en Buenos Aires”.
La beca en Clarín “era general, pero dicen que los destinos están escritos -reflexiona-. Pasé por diferentes secciones del diario, política, espectáculos, sociedad y me terminaron eligiendo en deportes. Algo habré hecho inconscientemente para que me eligieran ellos”.
Sufrió adversidades. Dos días después que le confirmaran el ingreso a la planta permanente de Clarín falleció su padre. “En ese momento quizá no entendí mucho”, observa. Con la mirada hacia atrás, hace referencia al significado de situaciones difíciles, el aprendizaje de vivir con el dolor, que cicatriza, y los procesos que cada uno debe atravesar.
En el período en Clarín sumó muchos conocimientos laborales y relaciones de afecto con compañeros, además de la cercanía al ámbito periodístico y deportivo.
No tenía en mente la tarea de representar jugadores, que por impulso de personas muy cercanas inició en 2004. “Me estaba dedicando a otra cosa. Un amigo que había sido periodista y luego fue representante, que había pasado por esta transformación, y mi primer contador, me empujaron a que fuese agente. Nacimos como surgen los grandes proyectos, prácticamente en el garaje de mi casa”, recuerda.
Por entonces, Gustavo “estaba con un amigo, que después falleció muy joven, fue mi gran compañero; y mi señora Gabriela Lozano, que con su sueldo bancó la parada al inicio. Fue todo hecho a pulmón, con mucha pasión y amor. Eso mismo tratamos de transmitirle a los jugadores desde muy chicos”.
La empresa, cuyo nombre inicial es Twenty Two Sports Management, actualmente representa a más de cien jugadores. Emiliano “Dibu” Martínez formó parte de “la primera camada”, desde 2004. “Empezamos a trabajar con él cuando se incorporó a la novena división de Independiente, a los 12 años. Se puede decir que aprendimos a caminar juntos -valora-. Llegó 18 años más tarde la coronación en Qatar con el título del mundo y el reconocimiento como mejor arquero”.
El día después de la final ante Francia, Gustavo fue a agradecer a la única Iglesia Católica de Doha. “No solo por ese momento, sino por tantos años de lucha, acompañamiento -expresa-. El agradecimiento tiene que ver con haber sido siempre sinceros, transparentes, honestos, dándolo todo aún con los que no llegaron por otras situaciones, no todos llegan, no todos pueden tener la carrera que tiene hoy Emiliano Martínez”.
Es una actividad en la que “no se dispone de una fórmula exacta y hay mucho de riesgo”. Se siente privilegiado porque “en el estadio me cruzaba y saludaba a agentes que quizá a lo largo de la historia poseen antecedentes brillantes y sin embargo, nunca pudieron tener un campeón del mundo”.
La gloria futbolística en Qatar ofrece para él muchos mensajes. “Como lo digo siempre y lo escucho de los propios jugadores, no solo de Emiliano, ojalá los argentinos más allá de festejar la tercera estrella que es más que merecido, también aprendamos lo que nos dejó esta selección. Todos hablan del espíritu de sacrificio, de la unión de grupo, del esfuerzo”, subraya.
Como otro aporte que aprecia en el trabajo de la selección, considera que “tenemos que aprender a respetar y valorar los procesos. El pensamiento mágico no nos va a salvar, nos va a salvar el sacrificio, la dedicación, la entrega, la pasión que también es clave. Estos chicos son apasionados”.
No lo circunscribe a lo deportivo, sino a todas las actividades de la vida cotidiana. Le otorga relevancia a que “hay gente que trabaja en su pueblo, se levanta todos los días a las seis o siete de la mañana. A los padres de Emiliano los conozco bien, Beto con su historia en el puerto y la mamá como empleada doméstica. Escuchaba el mensaje de Dybala, que el padre no podía ir a verlos porque trabajaba, hay muchos chicos que destacan el esfuerzo de sus padres”. Además de integrantes de plantel de la selección, agrega el caso de Ponzio, a quien “muchas veces su padre no lo pudo ir a ver por las ocupaciones en el campo”.
Para Gustavo, hay que insistir, “nunca darte por vencido, siempre ir más allá de los límites, luchar por los sueños, no resignarse y darle mucho valor al mérito. El éxito no está vinculado con el que gana, sino que está relacionado a lo que uno hace para lograrlo”.
Pone la mirada en el proceso. Puntualiza que “lo hablo siempre con Emiliano Muchas veces me dice ‘todas las cosas malas que me tocaron vivir’. Le respondo que ‘no eran las cosas malas que te tocaron vivir, te estabas preparando para llegar a esto’. La adversidad a veces nos enseña mucho más que la tranquilidad”.
Un aspecto que deja en claro, acerca del rol del representante, es “saber nuestro lugar. Los protagonistas son ellos, todo lo que hagamos tiene que ver con su bienestar, con su tranquilidad emocional, con focalizarse y visualizar su carrera. Para eso tener todo despejado, tiene un valor enorme”.
Gustavo se refiere a la manera en que suele mirarse la actividad del representante. “Se la asocia muchas veces a lo económico, a la idea de contarle las costillas a los demás. Pensar que todo es una transacción económica. En realidad, hay un trabajo de base que es maravilloso”.
Con énfasis, asegura que ninguno de sus logros más importantes “tiene que ver con lo económico”. Puntualiza, a modo de ejemplo, que “lo que viví desde lo personal y emocional en Qatar, las veces que tanto Emiliano como Mandinha, su esposa, o sus pares me agradecieron es un tesoro invaluable que llevaré de por vida conmigo”.
Durante la entrevista, reitera que es “gracias al equipo de trabajo, a lo hecho en todos estos años. Solo soy alguien que armó un grupo y tiene el placer y la obligación de conducirlo, pero el mérito está en ellos. Me enorgullezco de haber generado un equipo sólido, que se mantiene en el tiempo y ha aguantado los diferentes cambios de escenario”.
Cuando terminó la final con Francia, se unió en un abrazo con Beto, el papá de Emiliano. El concepto de familia es un eje desde que incursionó en este trabajo, “ser compadre en las emociones. La primera generación que tuve de jugadores son como hijos”.
En este sentido, cuenta que después de la semifinal, en el triunfo ante Croacia, Dibu le obsequió la camiseta y al entregarla, le dijo “para mi segundo papá. Eso tiene mucho más valor de lo que pude haber ganado con él a lo largo de toda mi carrera”.
A pocos días del regreso de Qatar, Emiliano Martínez descansó en el campo de Gustavo en Benito Juárez. “El estaba en su casa y la verdad, no podía relajarse. Necesitaba un momento de tranquilidad con la familia, me pidió ir al campo. Fuimos poquito tiempo, un día y medio, lo ayudó a desconectarse y a empezar a focalizar en el desafío de volver a su equipo Aston Vila”, señala.
La mujer de Gustavo nació en Coronel Pringles, es hija de Julio César Lozano, primer intendente del mencionado distrito en el retorno de la democracia. Son lazos firmes que los unen con la región. Tuvieron tres hijas: Juana, Matilde e Isabel
“A Juárez siempre vuelvo cuando necesito paz”, afirma con gratitud hacia su lugar de origen y agrega: “es lo que tranquiliza, calma, energiza, conmueve”.
De los años de la infancia y adolescencia, quedan en la memoria también “las visitas a Tres Arroyos, íbamos a la Fiesta del Trigo, y los viajes a Claromecó para pescar”.
El chico que escuchaba atentamente el relato radial en su casa de Benito Juárez, llegó a estar en una foto al lado de Messi y Agüero, dando la vuelta olímpica en Qatar, y “con el mejor arquero del mundo como gran compañero de vida desde hace muchísimos años”.
Fue detrás de sus sueños, no resultó fácil y nunca hubiera podido hacerlo solo. Se animó a ir más allá y agradece por las emociones incomparables que la vida le ha dado.
Otro hito histórico” en la tarea empresaria
El lunes pasado, la empresa que creó Gustavo Goñi vivió “otro hito histórico”. Explica que “desde 2004, que empezamos a trabajar, me hice amigo y hoy somos prácticamente hermanos con un agente europeo. El 2 de enero de 2023 quedará grabado como el día en que sumamos fuerzas”.
De esta manera, Twenty Two Sports Management se unió con Universal Group y “ahora somos Universal Twenty Two”, indica. Es un salto significativo; “figurábamos en el puesto 2 de Argentina, con esta unificación nos encontramos 15º en el mundo. Para nosotros es un halago fantástico”.
Conforman una compañía global, con sede en Buenos Aires y ahora se suman diversas ubicaciones en Europa, el funcionamiento trasciende las fronteras.
El año que culminó en forma reciente fue absolutamente positivo. “Sabíamos que 2022 iba a ser fuerte para nosotros, pero nunca pensamos que sería tan bueno. Con Argentina Campeón del Mundo y el arquero como gran protagonista”, admite.
En todo este tiempo, han representado a numerosos y destacados jugadores. Por mencionar solamente dos casos, a Pablo Aimar, actual integrante del cuerpo técnico de la selección; y Martín Palermo, con quien siguen vinculados en esta etapa como DT.
La Voz del Pueblo