El día era gris y ruidoso a la vez por la lluvia constante de un sábado juarense, equipo de mate a mi izquierda y el televisor prendido a modo de compañía silencioso para poder trascribir una nueva historia.
A medida que fue pasando la grabación me imagine cada momento, uruguaya de cuna pero argentina, también, por elección porque de muy joven se vino a nuestro país. Cruzó el charco como se suele decir de Montevideo a Buenos Aires sin escalas pero con un bolso colmado de sueños.
Sigo escuchando pero me detiene la imaginación y sin conocerla pero ambientándome en tiempo y lugar me encontré, por un momento, escribiendo en la cocina de Doña Luisa que con esta lluvia freía una tortas fritas para el mate, ese olor de hogar que no se va a pesar de los años me hizo respirar hondo…
Miré por la ventana, lejos pude divisar a Don Julio tocando el tamboril rodeado de chicos que improvisaban una especie de candombe callejero saltando alrededor de él… me levantó su mano y sonreí, aún faltaba para que viniera por el mate porque lo esperaba el fútbol bajo la lluvia a pesar del refunfuño por lo bajo de Luisa que movía la cabeza mientras las tortitas daban vueltas en la olla.
Regreso a la actualidad y sigo escuchándola a la protagonista de esta historia, que aún no presentamos pero que la conocemos porque hace muchos años que vive en Juárez. Esta vez elegimos a Balbina Marecco, madre de tres hijos y agradecida de todo lo que Argentina le ha dado que fue más de lo que alguna vez imagino…
Vuelvo a la cocina Luisa y ya estoy rodeada de Laura, Mariela y Leonardo todavía Adriana no estaba porque la cigüeña vino después, el bullicio hacía eco en la casa entonces desde un costado decidí volver a mi espacio actual porque había mucho por contar…
Balbina se emociona en varios tramos, su mirada vuelve a esa primera infancia donde no sobró nada, de hecho falto varias veces pero agradece la educación que le dieron sus padres, que a pesar de tener sus dolores le brindaron la felicidad en su máxima expresión.
Una infancia pobre pero por demás feliz
Nació en Uruguay en el año 1964 en Paso de los Toros departamento de Tacuarengo, un pueblo chico sobre el Río Negro tierra de Benedetti, hija de Doña Luisa y de Don Julio, tiene cuatro hermanos Laura que vive actualmente en Miami, Mariela, Leonardo y Adriana que están en Uruguay.
Tuvo una infancia pobre pero alegre, era la época donde se jugaba mucho en la calle y su papá los reunía en la calle para el famoso picado de fútbol, “de muy chicos nos fuimos a vivir a Montevideo porque mi papá era pintor entonces tenía más salida laboral en la capital que en el interior. Estudiamos en Montevideo, hicimos el primario y allá se le dice Liceo a las escuelas públicas, jugué a vóley y a los 14 años empecé a trabajar teniendo varios a lo largo de mi adolescencia”.
Nunca les sobró nada y aunque faltó en otras agradece su crianza, “fuimos muy felices, éramos pobres de verdad. Ahora veo lo de los barrios tomados en el país y nuestro terreno en Uruguay lo tomamos así porque hubo un momento donde decís o vivimos en la calle o tomamos uno. Ahora mi madre tiene una casa linda pero en su momento la pasamos mal de verdad, por ejemplo cuando había mucho viento nos teníamos que poner sobre la pared para que no se volara.
Mi papá Julio falleció hace unos años, era un artista natural de los que tocaba el tambor cada vez que había una fiesta él se hacía presente, la música nunca faltó en casa, eran de bailar siempre y recuerdo que cuando lleve a mi novio por primera vez la despedida fue a puro candombe.
Actualmente mi mama tiene 78 años está divina siempre fue la que más lucho, mi papá vivía el día a día tuvo una infancia triste entonces cuando tenía algo demás era para todos, si hacia un asado era para todo el barrio. Trabajaba como un burro pero había cosas que le pesaban de todas maneras a nosotros nos hizo felices de verdad”.
Cruzar el charco para no volver
Con veinte años Balbina Marecco armó su bolso y salió detrás de su padre y su hermano que vinieron a Argentina a trabajar, acá las cosas funcionaban muy bien y se podía crecer desde lo económico. Al pisar suelo argentino se enamoró y conocer Buenos Aires fue un viaje de ida indudablemente sin saber que su destino seguía escribiendo su vida por estos lados…
“A los 20 años me vine a Argentina siguiendo de alguna manera a mi papá que lo eligió por cuestiones laborales, acá la situación era distinta desde lo económico, la plata que se manejaba era el austral y Alfonsín estaba como presidente y se ganaba muy bien. Siempre tuve contacto con la familia, mi vida fue cambiando de a poco , lo primero que extrañe fue vivir en un edificio porque estaba acostumbrada a estar en una casa, tener patio y jugar en la calle, las primeras noches fueron terribles porque el ruido era insoportable escuchaba todo, hasta lo más mínimo.
En Buenos Aires encontré trabajo enseguida en una casa de familia con cama adentro en Recoleta, ellos eran dueños de un campo en Tedín Uriburu y como viajaron por 40 días necesitaban una chica para cuidar niños en el verano fue cuando conocí al que después sería mi marido. Una de las cosas que me llamó mucho la atención fue la abundancia de la comida, pensaba en mi infancia y no podía entender porque la gente acá comía tanto, creía innecesario hacer tantos platos y sentía vergüenza ajena porque pensaba en aquellos que no tenían un plato de comida y hasta hoy me sigue pasando, siempre agradezco.
Me puse de novia con José y volví a Buenos Aires pero seguíamos a la distancia, nos veíamos una vez al mes hasta que nos casamos en el 86 que me radique acá definitivamente en esta zona. Mis padres vinieron para mi casamiento incluso mi padre hasta trabajó en la estancia donde estábamos por aquellos años porque antes de venir a Juárez nos quedamos dos años en Tedín. Aprendí a manejar porque quería ir a misa los domingos y porque además estaba sola durante el día, si me pasaba algo no tenía quién me ayudará, y así un montón de cosas más porque había que valerse por uno mismo.
Después ya nos radicamos en Juárez y nos quedamos acá, estoy agradecida a Juárez porque soy feliz y siempre tuve trabajo en este momento estoy haciendo barbijos y trabajo con la Flia. Tachella hace tres años además de muchos más en este tiempo”.
Hace radio teatro, por ahí algo de locución y de alguna manera está ligada a lo artístico heredando la pasión de su papá, ahora no puede hacer deportes porque sus rodillas le dijeron basta pero el vóley siempre estuvo presente.
Sus hijos, su orgullo
Con su ex pareja tienen una relación espectacular, seremos los padres de nuestros hijos por siempre, “aparte hay un detalle yo perdí a mi marido pero no a mis suegros, que son mis segundos padres y adoro con el alma” recalca con una enorme sonrisa que se vuelve a encender cuando habla de sus tesoros. “Mi hijo mayor Juan Ignacio es Ingeniero Electrónico terminó su carrera sin computadora porque no podíamos comprársela, iba a la biblioteca de la facultad y estudiaba recibiéndose en tiempo y forma, nosotros nunca le pusimos presión pero entendía el sacrificio que hacíamos para que estuviera en Bahía Blanca. Mi segundo hijo no quiso terminar el secundario, me enojé en su momento pero entendía que cada uno toma decisiones y hay que aceptarlas, después Luna la más chica está terminando el secundario y hará un oficio que ama de verdad.
Cuando uno la pelea de chica a la vida la vez distinta entonces siempre quise lo mejor para ellos, pero hay que respetar las decisiones a pesar de nuestras experiencias ellos tienen que tener las suyas” nos relató Balbina
Corazón partió
Para el final sus ojos vuelven a brillar, es que el corazón extraña más de la cuenta y hay una razón, el destino le tenía quizás preparada la vuelta… “mi novio es de allá, hace más de un año que estamos en pareja, él fue compañero mío de escuela pero no me acordaba (me cuenta sonriendo), este año vino a visitarme pero lo agarró la pandemia estuvo un día y medio nada más porque cerraban la frontera así que volvió rápido.
Pero yo tengo pensado volver cuando me jubile, no falta mucho y los chicos ya están grandes solo falta la más chica que está haciendo sus primeras armas pensando en su futuro, tiene mi apoyo aunque quizás me siga porque le gusta Uruguay”.
Sin darme cuenta la entrevista empieza a transitar el final, y vuelvo a pensar pero esta vez en el destino que le tenía preparada una vuelta a Balbina a su país pero siempre dejando una huella a través de su familia en Argentina.
Es tiempo de vivir nuevamente, de pensar en el futuro y disfrutar de su barrio, de sus hermanos, de su amada madres y de ese compañero que la espera del otro lado.
Una estrofa de Tabaré Cardozo sella esta entrevista, “el tiempo que es un viejo traicionero te enseña cuando ya llegó la hora.
El tiempo me enseñó que la memoria no es menos poderosa que el olvido y que los valientes escribirán historias…”
María del Carmen Remedio