Considero que en todos lados existen “personajes”, con mucha más razón en pueblos y ciudades pequeñas. Los que forman parte de mi infancia me resultan particularmente pintorescos, no tengo idea si con el tiempo van perdiendo la magia o si la fantasía propia de mi imaginación infantil le daba a cada uno de ellos la particularidad de una historia que mezclaba el mito con las anécdotas y que seguramente nada tenían que ver con la razón o el hecho que trasformo aquellas personas en personajes que perduran en el recuerdo de quienes tuvimos la oportunidad de conocerlos.
En esta breve reseña voy a mencionar, sin apellidos, algunos de estos seres con características sobresalientes, en algunos casos acompañados de dichas anécdotas y en otros de lo que me producía su imagen o su presencia.
“Esculapio”
Macizo, más vale bajo, cejudo, su impronta tenía el aspecto del típico español, pero era bien Argentino y muy patriota. Para las fechas patrias ostentaba una escarapela en su pecho y a pesar de gustarle mucho la música de su juventud una vez me confesó que su canción favorita era El himno, que lo emocionaba escucharlo dijo, pero lamentablemente nunca pudo aprender la letra. Creció en un orfanato donde lo abandonaron recién nacido, razón por la cual nunca conto con más familia que sus compañeros y cuidadores. A Juárez llego desde Buenos Aires para vivir en la escuela especial “Instituto Cayetano Zibecchi” también conocido como la colonia, allí creció como tantos hasta llegar a la edad de emanciparse. Poco a poco se ganó la confianza de quienes le permitían ganarse la vida haciendo mandados y labores ocasionales como cortar pasto o juntar vasos en Villa Tropical, una de sus particularidades era su sensibilidad la cual demostraba repartiendo en fechas claves pequeñas tarjetas que mandaba a imprimir con buenos deseos o regalando caramelos a las criaturas para el día del niño. Una tarde de las tantas donde visito mi programa de radio le pregunte cuanto hacia que tenía esa costumbre y me respondió “desde el día que me di cuenta que mi familia son todos” emocionado hasta las lágrimas. Siempre le pedían que cante y el solo sabía un par de canciones, igual la gente quería escuchar una. “La risa” anunciaba el, logrando el aplauso y la ovación cuando después de las estrofas que declaraban “es preferible…reír que llorar” remataba su número artístico con una sonora y grotesca carcajada!