Después de la derrota de Ayohuma, el gobierno de Buenos Aires nombró jefe militar de ejército del norte al general San Martín. Éste condujo los batallones vencidos a la ciudadela de Tucumán. Era el último bastión firme de los patriotas frente al ejército español, que había fortalecido su vanguardia en la zona del llamado Alto Perú. Fue en tal oportunidad histórica, cuando San Martín comenzó a concebir su vasto plan de campaña que descartaría como táctica el avance de pleno por el norte. Será la estrategia empleada por Martín de Güemes, con sus “infernales”, en Salta y los caudillos altoperuanos, más arriba, como vimos en las notas anteriores sobre Juana Azurduy, quienes controlarían el despliegue realista en toda la amplia zona del altiplano.
SAN MARTIN EN CUYO
El 10 de agosto de 1814 el gobierno de Buenos Aires designó a José Francisco de San Martín al frente de la jurisdicción de Cuyo, como Gobernador intendente de la región que abarcaba Mendoza, San Juan y San Luis.
Unos meses antes, por recomendación de su médico, San Martín se estableció en una estanzuela de Saldán, Córdoba. Estuvo acompañado de su amigo y estrecho colaborador, Tomás Guido. Narra Felipe Pigna en “Libertadores de América”, que “en esos días de calma cordobesa diseñó los grandes trazos de su plan continental de liberación. Se trataba de organizar un ejército en Cuyo, cruzar la cordillera y, desde Chile, lanzar la expedición que terminase con el cuartel general de los opresores de América”…”consiente de que un plan tan ambicioso requería, además de poder militar, poder político, pidió su relevo del ejército del Norte y su envío a Mendoza como gobernador de Cuyo”. Discrepancias con Alvear y el tío de éste, el Director Gervasio Posadas, facilitaron el traslado. No entendieron desde Buenos Aires, como otras tantas veces, la relevancia del plan sanmartiniano. Con esa designación pensaban confinarlo al fracaso.
Mientras tanto, del otro lado de Los Andes, afines de 1814, en la batalla de Rancagua, la revolución chilena, simbolizada como “la Patria Vieja” como la llamaron, era derrotada por los realistas. La reagrupación de los sectores chilenos de José Miguel Carrera y Bernardo Riquelme (O’Higgins, cuando fue reconocido por su padre biológico, más tarde) no alcanzó para consolidar el éxito de la revolución iniciada en setiembre de 1810 en la patria trasandina. Tras la frustración, muchos de ellos se unieron al plan que estaba desarrollando San Martin, en la zona de El Plumerillo, cercana a Mendoza. Esto favoreció las intenciones de San Martín ya que los regimientos de los cuarteles de La Cañada, San Agustín y Santo Domingo, activos en Mendoza y que había reagrupado, escasamente sumaban 900 hombres. Y era una fija que desde el gobierno central de Buenos Aires pocos aportes recibirían. Para su buena suerte la designación de Juan Martin de Pueyrredón, de parte del Congreso de Tucumán, como Director Supremo, mejoró el escenario para los intentos sanmartinianos.
EL MILITAR, ELPOLITICO
Los tres años que José de San Martín gobernó la región cuyana demostró que era tan hábil en el terreno militar como en el político.
“La preparación del ejército emancipador transformó a Mendoza de manera rotunda. Pasó de ser un caserío apagado, una región olvidada dentro de las Provincias Unidas del Río de la Plata, para convertirse en un estado activo, en un centro comercial de importancia.”
“Se impulsó la agricultura, la participación ciudadana (el pueblo se movilizó) y apareció el primer estado benefactor que atendía todos los aspectos de los residentes de entonces; se puso en marcha lo que llamaríamos hoy una economía social, de manera que pequeños latifundistas, comerciantes y artesanos, trabajaron en pos de lo que necesitaba el estado para sostener una guerra», nos dirá el historiador Marcelo Calabria, en “San Martín, modelo de líder americano”
Los terrenos de la localidad de El Plumerillo, nombrado así por la abundancia de plantas de blancos penachos semejantes a plumeros, fueron cedidos en préstamo por el vecino Don Francisco de Paula de la Reta. El ingeniero Álvarez Condarco realizó el trazo del campamento y el Brigadier Bernardo O’Higgins dirigió la construcción de los cuarteles y asentamiento.
En la obra mencionada, Felipe Pigna remarcará con énfasis la tarea gubernativa de San Martín, expresando “como liberal de los de entonces, SanMartín fundó escuelas y bibliotecas, porque la educación popular era una prioridad para cambiar las cosas en serio. Así lo expresaba en una circular firmada el 17 de octubre de 1815 en el Plumerillo, dirigida a los preceptores de las escuelas cuyanas: “La educación formó el espíritu de los hombres. La naturaleza misma, el genio, la índole, ceden a la acción fuerte de este admirable resorte de la sociedad. A ello han debido siempre las naciones las varias alternativas de su política. La libertad, ídolo de los pueblos libres es aún despreciada por los siervos, porque no la conocen. Nosotros palpamos con dolor esta verdad. La Independencia Americana habría sido obra de momentos si la educación española no hubiera enervado en la mayor parte nuestro genio. Pero aún hay tiempo. Los pobladores del nuevo mundo son susceptibles de las mejores luces. El Gobierno le impone el mayor esmero y vigilancia en inspirarles el patriotismo y virtudes cívicas, haciéndoles entender en lo posible que ya no pertenecen al suelo de una colonia miserable, sino a un Pueblo libre y virtuoso”.
La gloriosa campaña libertadora de Los Andes estaba en marcha. La idea se había hecho carne en el general José de San Martín. Sólo su voluntad inquebrantable y la confianza en su pueblo iban a ser los antídotos para enfrentar los desafíos de esa gigantesca empresa.