En el final de la nota publicada anteriormente, había quedado planteado un interrogante. Ya que si bien, según la historiografía clásica, la Revolución Francesa es considerado el inicio de la Edad Contemporánea al sentar las bases de la democracia moderna, arrastró en su contenidoy el impulso de sus motivaciones, “la escala de valores” que había generado el iluminismo y su correlato filosófico el Racionalismo, donde se erigía la presencia inmanente del hombre, que ante la ruptura con la Teocracia renacentista, sustentaba su preeminencia en la razón, como la dignidad más sublime de su naturaleza humana.Luego, también, el hecho del golpe de Estado que realiza Napoleón Bonaparte, en 1799, generó una interrupción a los augurios de la participación , la soberanía popular y la libertad soñados por la Revolución y mencionados por Montesquie (Charles Louis de Secondat, barón de Montesquie), cuando afirmaba “que la Republica es la heredera del poder” y Jean Jacques Russeau, con el lema de “libertad, igualdad y fraternidad”, ideas que volvían a quedar rezagadas por “el largo paréntesis que abrió la etapa imperial que se instaló” posteriormente.
Nos dirá Perón, en La Comunidad Organizada, que “Russeau creía en el individuo, y hace de él una capacidad de virtud, lo integra en una comunidad y suma su poder en el poder de todos para organizar, por la voluntad general”, …”llamará pueblo al conjunto de hombres que mediante la conciencia de su condición de ciudadanos y mediante las obligaciones derivadas de esta conciencia, y provistos de las virtudes del verdadero ciudadano, acepten congregarse en una comunidad para cumplir sus fines”.(LCO,Cap.XX).
Esas ideas son lasque le reconocieron a la Revolución Francesa pese a todo,como una puerta de entrada para el sistema de los gobiernos, futuros aún en el tiempo, representativos y basados en la voluntad del pueblo, dejando atrás la época de las monarquías.
LADEIFICACION DEL ESTADO. EL MATERIALISMO DIALECTICO
Aprovechando ese paréntesis histórico que se produce, aparecerán otros posicionamiento que “no tratarán de fijar sus absolutos en la jerarquía del hombre, en sus valores ni en sus posibilidades de virtud; los fijarán en el Estado o en organizaciones de un característico materialismo”, responderá Perón clarificando la incógnita planteada al inicio.
Con su reflexión Perón deja abierta una gran preocupación, sustentada enel escenario que comenzaba a abrirse. Estamos en el último cuarto del siglo Dieciocho. Hay varios acontecimientos que nos presentan un contexto diversificado, queincorporarán innovacionesen cuanto a ideas y posicionamientos.
Hagamos una mirada previa sobre las regiones de la Europa de entonces, que nos ubique ante un momento de expansión y de relevante crecimiento de lo que se conoció como la Revolución Industrial. En ese auge y progresivamente, comienza a fluir un mundo de artesanos, comerciantes y pequeños talleres que se van ubicando junto a las ciudades, formando asentamientos circundantes.En algunos lugares se lo denominaban burgos, de ahí luego la denominación de burgueses a esos comerciantes instalados. Habitantes de las zonas rurales comienzan paulatinos éxodos en busca de una radicación en esos sitios con oferta laboral.Pero, todavía perduraran los terratenientes feudales, generando las pujas comerciales e imposiciones sobre las nacientes producciones urbanas.
Comienza entonces a conocerse a Adam Smith, un economista escocés, también influenciado por los pensadores de esa época y los ideales libertarios de Montesquie, Russeau, que entre varios trabajos publica en 1776 su elaboración, “La riqueza de las Naciones”, remarcando los componentes básicos de lo que se llamó Liberalismo, centrado en la economía capitalista o de libre mercado, donde plantea “que los individuos son capaces por sí mismos de dar respuesta de forma acertada al qué, al cómo y para quien producir”, en clara defensa de los intereses de los pequeños empresarios, los burgueses de aquella época, frente a la presión de los capitales más potentes.
A esta altura del análisis de aquel devenir histórico es clave también, presentar a Guillermo Federico Hegel, filósofo del idealismo alemán, de gran influencia platónica,que desarrollará su pensamiento sustentado en la concepción de un inmenso Logos, la idea, materializada en el mundo real. Es el mundo de lo material lo que explica a Dios, y no a la inversa, planteaba. Esa idea lo absorbe todo.Lo nuevo absoluto es el Ideal“Estado”, con supremacía sobre los individuos y sobre todo el mundo circundante. En el planteo del materialismo dialéctico, el mundo material está en un constante ir y venir, genera una controversia existencial que sólo la “deificación”del Estado lo puede contener. El gran amparo para todos.
“El individuo está sometido en éstos (sistemas) a un destino histórico a través del Estado, al que pertenece”…”el individuo hegeliano, que cree poseer fines propios, vive en estado de ilusión, pues sólo sirve a los fines del Estado. En los seguidores de Carlos Marx esos fines son más oscuros todavía, pues solo se vive para una esencia privilegiada de la comunidad y no en ella ni con ella. El individuo marxista es, por necesidad, una abdicación”, reflexionará Perón (LCO Cap. XXI).
Aquí, Perón realiza un paneo rápido y amplio, diciendo “en medio se alza la fidelidad a los principios democráticos liberales que llena el siglo pasado (XIX) y parte del presente (XX). Pero con defectos substanciales, porque no ha sido posible hermanar puntos de vista distintos, que condujeron a dos guerras mundiales y que aún hoy someten la conciencia civilizada a durísimas presiones”.
Y ratifica, “el problema del pensamiento democrático futuro está en resolvernos a dar cabida en su paisaje a la comunidad, sin distraer la atención de los valores supremos del individuo; acentuando sobre esencias espirituales, pero con las esperanzas puestas en el bien común (LCO Cap. XXI).