María del Carmen Díaz, mas conocida como «La Negrita» Díaz o la seño «Negrita» nos abrió las puertas de su hogar para darnos su testimonio. Nos contó que en el año 1956 comenzó haciendo una suplencia en la vieja escuela 15, y que al año siguiente estuvo todo el año en la escuela 18 de Barker.
Ya durante el año 1958 la nombraron por dos años en la escuela de «El Luchador» donde conoció a quien fuera su esposo durante mas de 52 años y estuvo luego un año en Estación López.
Entre escuelas rurales y del pueblo, la seño «Negrita» llegó a dar clases en el año 1969 a la escuela N 11 de Benito Juárez. Allí recibió como alumno a José Luis Peralta y a un montón de niños más, «era un grupo numeroso» recuerda con lucidez, como si el paso de los años no le hubiesen quitado recuerdos de cada aula en donde estuvo. Los nombra, piensa y menciona que en este grupo estaba conformado además por muchas niñas que habían llegado de otras ciudades y que vivían en aquel entonces en el instituto Cruz del Sur.
Pero cuando volvemos al recuerdo de José Luis, se le ilumina la mirada, porque a pesar del dolor que le provoca la partida física de quien aún recuerda como a un niño, siente el orgullo de decir «yo fui su maestra de segundo grado». Tal es así, que desde hace varios años, todos los 2 de mayo, el día que se recuerda el hundimiento del buque General Belgrano, lleva al monumento de la Plaza Islas Malvinas un pimpollo rojo, en homenaje a José Luis.
Volvimos a retomar la charla, y cuando le preguntamos como era él, nos dijo «la primera vez que formaron, me llamó la atención su guardapolvo blanco, era el más blanco de todos, sobresalía de los demás». Negrita llega a la conclusión que la mamá prestaba gran atención a estos detalles, y con el correr de los años llegó a decirle a Francisco «Cholo» Peralta, hermano de José Luis quien ejerció la docencia por muchos años «vos honras el guardapolvo blanco, porque tenes una presencia que se destaca».
José Luis tendría seis o siete años cuando llego al salón de nuestra escuela 11, «era rubiecito con muchos rulitos, y tenia unos ojos celestes hermosos», siempre era cumplidor, así lo definió su maestra, y recordó además que tenia especial preferencia por las tareas ligadas a la historia, «siempre prestaba atención, le encantaba que contara anécdotas, parecía que te comía con los ojos, cuando yo le preguntaba por esa tarea siempre respondía».
Me dijo que era un niño tranquilo, que compartía juegos en los recreos con sus compañeros, y se lo veía compartir muchas veces su merienda.
Hace algún tiempo mientras ordenaba fotos encontró una de todo el grupo donde se encuentra José Luis, y se dijo a si misma «yo la guarde tantos años, ahora tiene que ser de la familia, se la dediqué exclusivamente explicándole que yo era su maestra de segundo grado».
Cada 2 de mayo, cuando lo recuerda y le rinde homenaje, llega a dejar ese pimpollo de rosa rojo, que ya lo tiene para hoy, y le dice «Yo estoy acá, tu maestra está con vos, así como lo habré acompañado a hacer alguna tarea, o hacerle alguna corrección, yo creo que en ese momento el me ve a mi con el guardapolvo. Eso me conmueve y me siento realizada de poder hacer ese pequeño homenaje de una simple maestra que después tantos años todavía se acuerda de él».
Hubo un instante de silencio, y debo reconocer que la emoción que me embargó fue profunda al punto de que se me quebró la voz, sin embargo la seño «Negrita» se mantuvo entera, sabiendo que hoy nuevamente a las cuatro de la tarde le rendirá homenaje a su alumno, y nuestro héroe de guerra José Luis Peralta.
Lorena Arlán